Neón alfanumérico
«Y, doctora, si un día me pego un golpe en la cabeza y se me borran todas las claves, ¿qué pasaría, cómo recuperaría mi vida? Todo lo que he sido y me queda por ser. Las claves, pines, passwords, contraseñas para consultar los correos electrónicos, entrar en el ordenador, llamar por teléfono, hacer compras online a proveedores diversos, repasar movimientos bancarios, editar productos electrónicos varios, comprobar mis identidades digitales… Los seres humanos de estas alturas del milenio en Occidente tenemos la mente llena de extrañas combinaciones alfanuméricas que creemos que nos procuran la felicidad, aunque a veces internarse en los mundos a que dan paso estos salvoconductos digitales trae más quebraderos de cabeza que otra cosa. Pienso, doctora, en otras partes del mundo y en otras gentes que no tengan la cabeza tan pobladas de claves, y pienso si no serán más felices con menos ecosistemas alfanuméricos en el cerebro, pero teniendo a cambio las claves para plantar un árbol, cocer un pan o cuidar un gorrino. Las passwords con las que creeemos tener dominados a los cacharros electrónicos, ¿no serán en realidad un invento de esos mismos cacharros electrónicos para tenernos domesticados a nosotr@s? ¡Reprográmeme, doctora!»