Alfonso X

Por Joaquintoledo

Pero en realidad, a Alfonso siempre lo preocupó más la política externa. Uno de sus problemas que al menos en apariencia consiguió ser solucionado, fue respecto al territorio del Algarve. Si bien había sido donado por Sancho II de Portugal, el sucesor que asimismo destronó a éste, llamado Alfonso III, no reconoció este hecho, hasta que Alfonso X le ofreció a su hija Beatriz en matrimonio. Pero había algo mucho más tentador que obsesionaba desde hacía mucho tiempo al monarca castellano. Nos estamos refiriendo al trono alemán ofrecido por una embajada de Pisa, pues por parte de madre tenía vínculos sanguíneos con los Hohenstaufen. A Alfonso le gustó la idea y a pesar de que envío fondos para ser considerado como el primer candidato, el papado y otros reinos del continente se mostraron muy inquietos con sus intenciones, pues eso habría representado unir dos reinos muy poderosos. Además el papa de turno no quería que el Imperio Germánico sea fuerte. A pesar de que en las votaciones, se favoreció a Alfonso, fue Ricardo de Cornualles (hermano del rey Enrique III de Inglaterra), el otro rival postulante el único que marchó a reclamar la corona, y en efecto la recibió. Finalmente luego de varios años de tentativas, el rey sabio se vio obligado a renunciar a sus pretensiones sobre la corona imperial.

En los años siguientes, las cosas resultaron bastante infructuosas para el rey en materia externa. Se sabe que intentó retomar Gibraltar y la costa norteafricana para así bloquear a los musulmanes en dos frentes, pero a pesar de reunir un considerable ejército y una flota, por razones de descoordinación y falta de apoyo, la idea nos prosperó y se limitó a un par de acciones nada contundentes. En el año 1272, por si fuera poco, acaece la llamada Rebelión nobiliaria en la cual los sectores más adinerados del reino pedían una reforma a las leyes dictadas, así como disminuir el centralismo del cual Alfonso era característico. Tras dos años de inestabilidad, se consiguió firmar una paz y lograr un acuerdo. En el año 1275 fallece Fernando de la Cerda el príncipe heredero al trono y el mismo que había negociado la paz con los nobles. Alfonso X queda destrozado. Pero tras esto, además de cancelarse una campaña que debía hacer frente a los musulmanes que venían desde el norte de África, comenzó una crisis sucesoria, en la cual algunos alegaban que el próximo rey debía ser el segundo hijo de Alfonso, llamado Sancho, y otros que alegaban que según las nuevas leyes emitidas por el rey, debían ser los hijos del fallecido Fernando.

Si bien el rey se inclinó por su destacado hijo Sancho, tuvo que ceder ante las presiones de su esposa y del rey Felipe III de Francia. Obviamente, Sancho se rebeló contra su propio padre y lo siguieron gran parte de la nobleza, que como hemos visto ya tenía problemas con el rey. Esto puso en crisis a Alfonso el cual sólo contaba con Sevilla como la ciudad principal fiel a él. A pesar de la gran crisis y la guerra civil, el 4 de abril del año 1284, el rey moría. Pero, ¿por qué Alfonso contrasta por sobre muchos otros soberanos que tuvo España? Pues básicamente por dos cosas. La primera está relacionada con el orden político que él dio. Su intento de organizar los estados de Castilla y León así como aquellos donde fomentó la expulsión de infieles, fueron un precedente a la futura y misma organización que darían sus sucesores tras finalizar la guerra de reconquista. Si bien era algo prematuro para la época, ya predecía la preponderancia de Castilla por sobre los otros reinos de España.

Finalmente el otro aspecto fue su producción académica. En efecto su obra abarcó más allá de la jurisprudencia, pues también consiguió crear bienes culturales de valor histórico y algunas canciones líricas. Dominaba varios idiomas además del castellano antiguo, pues sus Cantigas de Santa María estaban escritas en galaico-portugués. Inclusive dejó algunos escritos basados en mineralogía, y astronomía. Finalmente donde se lleva todos los aplausos, es tras la formación del grupo de la Escuela de Traductores de Toledo, donde consiguió traducir gran cantidad de textos hebreos, árabes y latinos, al castellano. Esto aunque parezca un hecho aislado y hasta irrelevante, consiguió darle gran importancia a esta última lengua, en un proceso lento pero progresivo que a la larga terminaría dándole la preponderancia que es conocida hoy en día. Tan castellano era Alfonso X que hasta en su corte y la cancillería favoreció su lengua antes que el latín. Sin duda alguna contribuyó bastante a la identidad española posterior que terminarían por consagrar los Reyes Católicos.