En el primer Consejo de Ministros han actuado a pachas (recordemos que el gobierno socialista ha dicho que no tomaría decisiones sin consultar con el entorno del próximo presidente pepero), tanto el PSOE y el PP, al indultar al banquero Alfredo Sáenz, al que había condenado el Tribunal Supremo de Madrid.
Alguien del gobierno debería explicar por qué se le concede este indulto –al margen de lo que nos imaginamos—, aunque ya ha dejado bien claro el portavoz en funciones, José Blanco, que conceder indultos es una prerrogativa del gobierno y que no se ha de explicar la causa.
A todo esto, el Tribunal Supremo ha comunicado que no ve motivos para el indulto y somos muchos los que nos preguntamos –aunque sea una pregunta retórica, pues sabemos la respuesta-- por qué hay tanta misericordia, flexibilidad y magnanimidad con los banqueros y sin embargo no se dan indultos a gente corriente que con toda probabilidad ha tenido más atenuantes que este banquero famoso en la comisión de un delito. Por qué los delitos cometidos por personajes de cuello blanco son perdonados o minimizados, mientras que los demás los pagan.
Pero, la cosa queda clara. Este gobierno y el que viene, no olvidemos que aquí hay un acuerdo entre ambos, han estado y estarán al lado de los poderosos y no les temblará el pulso a la hora de tomar medidas contra los más débiles, porque son prisioneros y correveidiles de los magnates. Lo han demostrado a la hora de aplicar los recortes y me temo que seguirán, los nuevos, por el mismo sendero. Las razones hay que buscarlas en esos encuentros frecuentes que el presidente en funciones y el presidente electo, tienen con los banqueros, en concreto con Botín, donde sin duda van a recibir sus órdenes.
Un ejemplo más de que esa pinza bipartidista funciona a la perfección cuando se trata de obedecer y salvar a sus amos. Si es necesario y la justicia no actúa a su favor, ahí están ellos para imponer esa gracia extrema, extraordinaria y excepcional que es el indulto. Es la traca final de un gobierno “socialista”.
Sin duda, Alfredo Sáenz es uno de los suyos. Nosotros, simplemente, somos los otros.
Salud y República