Algas en las costas

Por Remediando @remediando
Ya hablamos de la vegetación de los acantilados; hoy queremos conocer aquella que, arrancada de su hábitat, llega a nuestras payas después de una tormenta. Allí se juntan montones de algas. Vamos a intentar reconocerlas y ellas nos señalarán los máximos niveles alcanzados por las últimas mareas.
La zona intermareal ocupa la parte del litoral que, de forma alternativa, las mareas sumergen y descubren. El límite de su extensión varía de unos mares a otros, de acuerdo con la inclinación de la costa y las épocas del año, ya que el desnivel de las mareas cambia con las estaciones. Es una zona que, sometida tanto al influjo del agua como del aire, agrupa una gran variedad de especies vegetales.

Desde el punto de vista de la naturaleza del suelo, hay que considerar el rocoso y el movible, de arenas y barros. En los fondos formados por roca, piedras o guijarros abundan las algas feofíceas y los líquenes.
En el límite máximo de la pleamar viva se concentran las algas pelvetias, de color amarillento. Viven donde no alcanzan más que las salpicaduras de las olas y solo en algunas ocasiones quedan completamente sumergidas.
Más adentro, donde se hallan las líneas que señalan los límites de las mareas normales, nos encontramos con las algas ascófilas, provistas de una especie de vejigas a lo largo del eje principal que les permiten mantenerse erguidas.
Es también la zona de los sargazos vejigosos, o encinas marinas, de color verde oliva, que permanecen sujetos a las rocas por medio de un ensanchamiento situado en su base y quedan al descubierto cuando baja la marea.
En el límite inferior de las mareas vivas los gelidios, formando céspedes de un color rojo brillante en las rocas y en las piedras, que raramente quedan al descubierto. De ellos se extrae, con fines terapéuticos, esa especie de gelatina llamada agar-agar. El color rojo tan característico de estas algas, se ennegrece en poco tiempo y se vuelve verdoso.
En las partes elevadas de esta zona intermareal, allí donde solo llegan las aguas de las mareas vivas, se dejan ver sobre las rocas esas costras de colores anaranjado, gris, amarillento o negruzco propias de los líquenes.