Por José María Cuesta
Ahora los medios nos hablan de «cláusula de liberación», «juego de estilo financiero», «patrocinadores», «productos derivados», «derechos de televisión», las ganancias milagrosas de las «apuestas en línea», el «mercado de transferencias», «clasificaciones» de los «jugadores más caros», el «ranking de los clubes más ricos»… Esta es la nueva reflexión sobre el fútbol y no las gambetas o los goles de tal o cual.
La Copa del Mundo comenzó este domingo 20 de noviembre. Todos los que, a costa de múltiples arreglos, accedieron a encomendarlo a Qatar tienen una inmensa responsabilidad: miles de trabajadores muertos, un desastre ecológico y un escándalo político. Con 15.000 cámaras de reconocimiento facial y técnicas de última generación, el evento deportivo viene acompañado de un despliegue sin precedentes de tecnologías de vigilancia. Un régimen laboral casi esclavista; la represión de las minorías sexuales; la prohibición de los partidos políticos y sindicatos; la opresión que viven las mujeres pese a los intentos de maquillaje y las miles de vidas perdidas de trabajadores extranjeros en las obras faraónicas que se levantaron para el Mundial.
El comité organizador de la Copa del Mundo de 2022 admitió a Reuters el lunes 14/11 que estaba pagando a grupos de simpatizantes para viajar a Qatar. Al especificar que los espectadores seleccionados deben respetar varios compromisos de comunicación en las redes sociales en particular a publicar comentarios favorables al torneo, es una red de 400 fans e «influencers» de 60 países. También Qatar habría pagado cerca de 300.000 euros en obsequios a parlamentarios británicos.
El rostro que ofrece el Mundial de 2022 toma cada vez más la apariencia de un retrato de Dorian Gray, revelando a lo largo de los años los horrores y la fealdad de esta candidatura «ideal». Naturalmente, desde la designación del emirato y la puesta en marcha de las obras, sindicatos y ONG han estado alertando sobre las condiciones laborales y muertes por miles de cuasi esclavos nepalíes o filipinos en las obras de construcción, ya sean estadios o infraestructuras que deberá acompañar la celebración del concurso. Las tensiones geopolíticas suscitaron dudas, en particular al ver instaladas baterías antiaéreas en los techos de estos sublimes recintos climatizados.
Ninguna sanción legal tampoco para el asunto de la mansión que el presidente del PSG generosamente puso a disposición de Jérôme Valcke. En Francia, la lista de coincidencias que interesan a la justicia anticorrupción es larga. A la salida del Elíseo en 2012, el expresidente Sarkozy se benefició personalmente en sus asuntos privados del apoyo del Estado de Qatar. Habiendo vuelto a ser abogado después de presidente, también ganó contratos con dos grandes de la burguesía francesa, Lagardère (seis meses después de que un fondo qatarí se convirtiera en el mayor accionista del grupo) y Bazin (exjefe del PSG que se convirtió en jefe del grupo hotelero Accor), incluso sospechoso de haber aprovechado la movilización de la presidencia francesa a favor de Qatar.
Más recientemente, revelaron que el expresidente Sarkozy apeló a Qatar en 2011, meses después de la adjudicación de la Copa del Mundo, para saldar la deuda de su campaña electoral de 2007 que él no había pagado. Y también se cuenta cómo su hijo Pierre Sarkozy se interesó en 2010 más por Platini que por sus fiestas: fue uno de los protagonistas en la venta del PSG a Qatar.
Sin embargo, las condiciones para otorgar la Copa del Mundo no son el único tema de interés para los periodistas porque luego tuvieron que documentar las consecuencias. Y, en primer lugar, las condiciones en las que se transformó Qatar de cara a la Copa del Mundo: trabajo forzado o no remunerado, pasos infernales bajo un calor extremo… Los trabajadores migrantes vivieron un infierno. Miles de ellos murieron. El propio grupo constructor francés Vinci acaba de ser acusado de haber generado miles de millones de euros «en perjuicio humano». Además de los condenados de las obras de construcción, Rachida El Azzouzi (periodista argelina-francesa de Mediapart) también se reunió en Qatar con trabajadoras del hogar, invisibles y maltratadas en la intimidad de casas particulares donde están recluidas.
¿Podemos hablar de deporte cuando convocamos sumas ilimitadas de dinero, sabiendo que el dinero corrompe, humilla, prostituye, que aplasta los valores originales del deporte que eran el compartir, la autotrascendencia, la amistad entre los pueblos, la solidaridad… Al mismo tiempo, ¿cuántos pequeños clubes en pueblos y barrios están muriendo?, ¿cuántos voluntarios ya no tienen ni siquiera los medios para ser voluntarios?…
El fútbol se convirtió en el patio de recreo de las bolsas de comercio.
José María Cuesta