Es difícil superarse después de "El cielo es azul, la tierra blanca", supongo. Una primera obra tan buena traza una línea de la que es fácil bajar, pero probablemente muy difícil subir e incluso sólo sostenerse.
Midori Edo es un adolescente poco al uso: vive con su madre soltera Aiko y su abuela Masako, y periódicamente soporta las visitas de Otori, su padre biológico. Su novia Mizue le reprocha su lejanía y su mejor amigo, Hamada, sueña con vestirse de mujer para sentirse acuchillado por todas las miradas.
Con semejantes mimbres la autora construye un relato sobre la búsqueda adolescente, la identidad y no sé cuántas cosas más. Pero no es fácil hacer un cesto con materiales tan sensibles, y tal vez se pierda la oportunidad de utilizar los personajes para construir un mundo un poco más mágico, al modo en que Murakami crea su realismo imposible con total naturalidad. En el fondo es eso lo que he echado de menos: una historia que podría ser potente y se queda en retazos poco hilvanados, lo que pudo ser y no fue. Tierra de nadie.
Y con todo no está mal , porque la chica tiene indudable talento.