Le tenía muchas ganas a este autor, sobre todo a su novela La broma infinita, pero el pasado Sant Jordi me regalaron uno de sus libros de no ficción, en concreto este libro de ensayos tremendamente divertido. Me ha recordado a Hunter S. Thompson por su estilo irónico y, como no, porque une dos géneros: el de la literatura y el periodismo.En Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer nos encontramos a un reportero inmerso en un crucero de lujo por el Caribe en el que tiene que probar toda clase de actividades y dejarse llevar por los placeres y cuidados ofrecidos en él para escribir un reportaje.Es un libro muy entretenido a pesar de que trate sobre una estancia en un crucero; todos sabemos que lo que se puede hacer en un crucero no es paradigma de la "juerga padre". Sin embargo, con su especie de diario, con larguísimas anotaciones de página desternillantes, consigue retratar las "turistadas" que llegamos a hacer, que son poco menos que estrafalarias cuando gozamos de un all inclusive. Os aseguro que te partes de risa porque todo el mundo está disfrutando como loco con las competiciones de tiro al plato, con las excursiones típicas y aburridas, con las cenas de alto copete acompañadas de los mejores manjares y la compañía del capitán, del clima sofocante caribeño, con la gran suerte de estar con una tripulación impecable... y David Foster Wallace critica todo, flipa con que él sea el único que ve que esa forma de felicidad es absurda. Todo le parece una farsa y con su grandes descripciones de absolutamente todo -datos técnicos del buque incluido- consigue hacerte reír a carcajadas. Es un libro muy recomendable, una crítica muy aguda de qué es la felicidad y lo cuestionable que es ésta en todo caso. Me ha encantado porque yo soy de la opinión de que la perfección absoluta cansa y encuentro la belleza en cosas que quizá no lo son, pero que tienen un cierto encanto que las hacen perfectamente imperfectas. Nota: 8Lo mejor: Me he reído mucho con todo el libro. Me ha encantado su estilo irónico y criticón y cómo ha transformado algo tan poco atractivo como el viaje de un reportero teniendo que escribir una especie de informe de cómo es un crucero, en algo absolutamente divertido y profundo.Lo peor: No sabría decir nada malo. Hasta las larguísimas anotaciones, que hacen incómoda la lectura (ya que son anotaciones a veces de dos páginas y tienes que volver atrás), son una característica curiosa y genial del escritor.Un saludo.