He hablado muchas veces del arte de convertir la cotidianeidad del hogar en literatura y, en particular, la cotidianeidad de las mujeres. Eudora Welty, Alice Munro, Anne Tyler y Edna O’Brien se pueden contar entre las autoras que ponen palabras a esos hechos que, por ser tan frecuentes, tan sencillos, requieren de la mirada de un observador atento para revelarlos como trascendentales. A ese grupo selecto, el lector español debe añadir a Alice McDermott (1953), una prestigiosa escritora neoyorquina, ganadora del National Book Award en 1998 por Un hombre con encanto (Tusquets, 1999) y dos veces finalista del Pulitzer. Como ocurre con tantos novelistas extranjeros, McDermott cuenta con una larga trayectoria en Estados Unidos, donde se la considera una figura relevante de la narrativa contemporánea, mientras que aquí apenas se la conoce. Tusquets le publicó dos novelas hace más de diez años, que pasaron sin pena ni gloria, y ahora dos editoriales independientes vuelven a apostar por ella con su último —y aclamado— título: Alguien (2013), publicado en castellano por Libros del Asteroide y en catalán por Minúscula.
Alice McDermott
Alguien, bajo este título tan modesto como su protagonista, se gana de inmediato la empatía del lector y le recuerda los temas que de verdad importan, ya que representa en un personaje todas las dudas, los anhelos, las desilusiones y las pequeñas alegrías de una generación. Lo hace, demás, mostrando la ternura de las relaciones humanas, pero también su crueldad, su lado más doloroso. De esta sucesión de experiencias, dulces y amargas, surge la vida, una vida que en las manos pulcras de McDermott se percibe tan bella y conmovedora que obliga a acompañar la palabra «anodino» de «sublime», porque lo que relata es la sublime vida anodina de una mujer. Aún es pronto para saber si esta vez el nombre de McDermott calará en el público español, pero, como mínimo, hay que valorar (y agradecer) la apuesta.