Algunas escenas de libros y películas que más me desesperaron en la vida

Publicado el 15 enero 2019 por Marisol Marisol Fernández Recalde

Antes de continuar, quisiera advertirles que este artículo contendrá spoiler de algunos libros y películas que vi a lo largo de mi vida. Así que si todavía no los leyeron o no los vieron, te sugiero que detengas la lectura. O si no te importa, puedes proseguir y unirte a mi indignación. 

Hay que admitirlo. Todo amante de los libros y películas pasaron por esos momentos en que, por leer un fragmento, o ver una escena, sentimos esa desesperación asfixiante, ese deseo de querer tomar por el cuello al protagonista y ahorcarlo por sus decisiones o el giro argumental que solo contribuye a empeorar el problema. Y sí, varias veces me pasó que, mientras leía, pensaba que todo iba en buen camino, pero por culpa del protagonista surgía un contratiempo o se estropeaba la trama, momento por el cual el malo de la historia aprovechaba para seguir con su maléfico plan y cumplir sus malos propósitos.

De pequeña había visto la película “Aladdín” de Disney, así como también me leí el cuento original. Ambos aladdines me desesperaron en un punto de la historia: en la película, cuando tanto Jazmín como el Sultán aceptaron a Aladdín, a éste le vino la duda de “¿y si no puedo ser un príncipe?” y demás, cosa que hizo que discutiera con el genio y descuidara la lámpara. ¡Dios! ¡Ibas tan bien y tenías que separar a tus únicos amigos para luego ser vencido por Jafar! Mientras que en el cuento, Aladdino jamás le habló a la princesa de la lámpara y el genio, motivo por el cual ésta le entregó la lámpara al villano, que se hizo pasar por un vendedor de vajillas (antes la gente hacía trueques de objetos, así que la princesa hizo un trueque de un objeto equis por la lámpara), invocara al genio y se hiciera con el castillo y la princesa. No sé, no le costaba nada a Aladdino que le explicara a su novia que no entregara la lámpara a cualquier extraño. ¡Que se yo!

Otra escena que me desesperó es la de Simba y Nala, en “El rey león”. Bien, Nala hizo un largo viaje y se emocionó al encontrarse a Simba, a quien lo tomaba por muerto. Y después de representar una de las escenografías musicales más románticas de parejas de Disney, justo a Simba se le ocurrió ser un imbécil y negarse a cumplir el pedido de Nala de que reclame el reino, derrote a Scar y asuma su responsabilidad de rey. Y encima Simba se enoja con ella y le dice: “¡No sabes todo lo que pasado!” a lo que ella le responde: “¡Lo tendría si me lo dijeras!”. Solo faltó que dijera “¡Hombres!” con cara de harta y resoplando de fastidio. ¿En serio, Simba? ¿Tanto te costaba decirle la verdad a Nala? ¿No pensaste que ella te entendería y te daría su apoyo incondicional, como buena amiga que era? ¡Sí que fuiste un tonto!

En cuanto a Harry Potter, en donde más detesté al protagonista fue en el quinto libro. ¡Dios! ¡Deseaba que alguien le diese un golpe en la cabeza por lo insoportable que era! Todo lo que hacían sus amigos estaba mal y, por más que éstos le demostraban su apoyo, igual éste los maltrataba. Por eso me alegré de que Ginny, en un momento, le diera el paro y le recordara que ella, al estar en primer año, también fue víctima de Voldemort y sufrió tanto como él. Y debo decir que aquí Ginny consiguió que Harry se calmara y hasta le volviese el apetito, después de días de tensión y nerviosismo. Lástima que esto no salió en las películas, porque en este y otros parajes Ginny resultó ser una compañera ideal para nuestro protagonista, motivo por las cuales éste comenzó a enamorarse de ella.

Y en la novela “Crepúsculo” (Sí, admito que me leí la novela por curiosidad, no sean hinchas), cuando Edward y los otros ya la tenian bien protegida a la tonta de Bella, a ésta se le ocurre la brillante idea de escapar y dar con el vampiro malvado, solo porque se tragó el cuento de que su madre fue secuestrada. No sé, debió decírselo a su novio y cuñados, seguro ellos podrían idear un plan para corroborar que la mamá de Bella estuviese a salvo y atacar al vampiro de un golpe. ¡Tan simple que eso no podía ser! Hasta mi profesor de literatura del colegio leyó la saga y, cuando llegó a “Luna nueva”, había dicho que si Edward quería suicidarse, en vez de contactar con los  Vulturis, solo hubiese mordido a alguien del pueblo y los hombres lobos lo liquidarían. Ya se había visto que los hombres lobos, en manada, podían asesinar a un vampiro. ¿Acaso Edward no pensó en esa posiblidad? ¡Claro que no!

Y cuando leí “Los hombres que no amaban a las mujeres”, la relación de Mikael y Lisbeth iba de lo más bien, hasta ella decidió mantener una relación con Mikael y, sabiendo que éste ya salía con otra mujer, igual quiso hacerle una visita y darle regalos. Pero no, lo vio con Erika y ahí Lisbeth se hizo de la ofendida y se marchó. ¡Recapacita, Lisbeth! ¡Recapacita! ¡Fuiste tú quien tomó la iniciativa! ¡Además sabías que él salía con Erika! ¿Cómo es eso de que solo querías tenerlo exclusivo para tí? ¿¡Cuál es tu problema, niña!? ¡Recapacita!

Podría mencionar más, pero éstos son de los que recuerdo con más fuerza y las que me dieron ganas de intervenir en la historia. Igual pienso que, si no fuese por estos fragmentos o escenas, las historias serían muy breves o les sacarían la emoción.

Si recuerdan alguna otra escena o fragmento del libro que más les desesperó, pueden escribirlo en comentarios. También qué libros o películas les encantó y cómo les hubiese gustado que los protagonistas solucionaran sus problemas. O al menos qué hubiesen hecho en su lugar, o cómo hubiese sido la historia si el protagonista hubiese tenido otras reacciones.

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