Si nos detenemos a pensar un momento, es muy probable que muchas de las claves para comer mejor, con más calidad y beneficios, estén más cerca de nosotros de lo que nos imaginamos (incluso, algunas las llevemos a la práctica de manera consciente o no, por consejo de nuestra madre, una amiga o un profesional). Sin embargo, es fácil desorientarse en la multiplicidad de posibilidades que nos brinda el modo de vida moderno. No faltará quien sentencie enérgicamente que "comer sano es mucho más costoso y más laborioso" que una dieta estándar, que "no hay tiempo para dedicarle a la buena alimentación cuando contamos con tan poco tiempo para nosotros mismos"... En ese caso, mi respuesta es sencilla: Comer bien no requiere de mucho más tiempo que comer mal. Para dar un ejemplo, en el tiempo que perdemos esperando al delivery, podemos prepararnos una comida mucho más sabrosa, nutritiva y sana que la que nos traerá el repartidor de turno.
Se trata de un hábito, como cualquier otro. De su práctica nacerá una nueva forma de vivir nuestra alimentación, con más consciencia, con amor hacia nosotros mismos (y nuestros seres queridos), con más salud y bienestar.
No estoy aquí para imponerles un modo de vida sino, simplemente, ofrecerles una pequeña guía de acciones que tienen que ver con la alimentación del día a día con las que podrán notar cómo mejoran su salud, su cuerpo y estado anímico (porque, claro, somos un todo) en muy poco tiempo.
¿Por qué hoy? Es simple. Elegí esta fecha porque hoy es el Food Revolution Day (Día de la Revolución Alimentaria), un día en el que se nos invita a compartir nuestra experiencia con los demás para retomar la senda de la alimentación sana, consciente, con productos frescos, casera, a través de recetas, consejos, ejemplos...
La iniciativa (por si todavía no la conocen) llega de la mano del famoso y mediático chef británico James Oliver, y tiene el propósito de motivar a la gente a disfrutar de una vida más sana a través de la alimentación, promoviendo nuevos hábitos.
Desde que comencé este blog (hace un año y algunos meses), mi propósito es acercarles recetas posibles de realizar, para cocineros experimentados y novatos, con alimentos fáciles de conseguir y productos de estación. Recetas sencillas, pero sabrosas y nutritivas para probarlas de vez en cuando, para enriquecer su dieta tradicional o para intentar nuevas preparaciones. Para acompañar mi propuesta, hoy les acerco esta serie de consejos básicos para alimentarnos mejor, más sano.
Este pequeño listado de consejos es sólo orientativo, para ayudarnos a recordar o reconocer algunos ítems importantes sobre nuestra alimentación. Seguramente, habrá muchos otros consejos tan importantes o útiles como estos que no llegué a incluir para no abrumar con tanto dato... Los invito, entonces, a que investiguen y se interioricen más en aquellos temas o tópicos vinculados a la alimentación sana que les interesen o les preocupen para lograr comer cada día un poco mejor y de una manera más saludable.
Ahora sí, la receta de la semana que, para hacer honor al Día de la Revolución Alimentaria, tiene como ingrediente de lujo unos tomates cherry orgánicos exquisitos que cultivó y cosechó con sus propias manos mi amiga Mirta.
Llegó la hora de preparar la salsa de nuestra lasaña: Colocá en una cacerolita 600 gramos de tomates naturales (escaldados y triturados con el mixer o la licuadora) y condimentalos con cebolla y cebolla de verdeo deshidratadas, sal, pimienta, orégano, romero y nuez moscada. Reservala.
Por último, cortá de manera longitudinal (a cuchillo o con mandolina) 700 gramos de papas.
Para armar la receta, enmantecá una fuente apta para horno y disponé sobre ella una capa de papas (como están crudas, las rodajas deben ser finas para ayudar a la cocción). Condimentá con pimienta y nuez moscada, añadí unos trocitos de manteca y una lluviecita de queso rallado (yo utilizo queso en hebras bajas calorías).
Acomodá por encima una capa de las berenjenas que reservaste, cubriéndolas con una parte de la mezcla de cebolla, champiñones y tomates cherry. Luego, espolvoreá por encima queso rallado o en hebras.
Llevá a horno fuerte por 40-45 minutos para que se cocinen las papas (recordá que están crudas) y se gratine la lasaña.
Si lo preferís, las papas pueden estar cocidas al vapor. De esa manera, tardará menos en cocinarse la preparación.
Al pasar las berenjenas por harina y huevo, sin doble capa de harina o pan rallado, logramos que no absorban tanto aceite y queden más ligeras.
Espero que se animen a probarla y que pongan en práctica algunos de los consejos para comer sano sin perder de vista el sabor, que lo uno y lo otro pueden venir de la mano.
Les deseo una excelente semana. ¡Bon appétit!
Fuente consultada: "La cocina de la felicidad. Los alimentos y nuestras emociones". Adriana Ortemberg. Editorial Urano. 2009