El artículo anterior fue sobre la estupidez humana, este, sobre el WINDOWS 8.
Nada de lo usual en WINDOWS está allí.
Una catarata de íconos se hacen presente, más como una molestia que como una ayuda.
¿No sería más razonable, como fue siempre, entrar primero al escritorio para luego mostrar, si uno quiere, el nuevo chiche?
Cáramba, ¡para qué hacer fácil lo que puede ser difícil! ¿No?
Debe ser más divertido, para ellos, supongo...
Sin entender mucho el porqué de tanto esconder los comandos me pongo a toquetear un rato, con el mouse, claro está, botón izquierdo, botón derecho, ya no están los íconos solo el escritorio vacío, donde había llegado anteriormente.
Quiero volver a los malditos íconos y no los encuentro, ¿dónde están?
Mi idea respecto a la (computadora/sistema operativo) es que debe brindarme un servicio, como lo hacía la vieja máquina de escribir...
- hoja, y a teclear- sin más vueltas. Los misterios son para las novelas, o, en todo caso, para quién los pide.
Bien, cuando creí tener un panorama de como manejarme en el engendro, luego de enviar mis e-mails exitosamente, me dispuse a apagar la “compu”, fue a partir de ese preciso instante, cuando me llamaban para almorzar, cuando me puse a putear bajito, por un largo rato, a Bill y sus muchachos.
¿Me estaré volviendo viejo?, descarto la idea.
¿Dónde diantres estará el puto botón?
-Se enfría la comida, me dice Ali...
-Yo vuelvo al 7, me digo sin mucha convicción.
¿Que hacer, comer solo más tarde o con tozudez vencer al monstruo?
Miraba lo que ya había mirado mil veces. No había a la vista un mísero rastro de como hacerlo.
Como buscando mierda Recorrí todo el escritorio con el mause, olfateando pulgada a pulgada, sniff, sniff.
Finalmente, ya cansado, con hambre y el orgullo herido, recurrí a uno de mis hijos, que tras unos minutos de investigación descubrió el intríngulis.
Bill, no me vuelvas loco, please.
Arnaldo Zarza.
Ejercicio;
Ponga una película con el reproductor que viene por defecto y trate de salir de él.