Algunos acontecimientos que pueden alterar la vida de los niños (El nacimiento de un hermano)

Por Yanquiel Barrios @her_barrios

De los acontecimientos que se han mencionado en otros artículos, este es el único que no reviste una connotación indeseada y desagradable. La llegada de un bebé casi siempre es bien recibida y constituye un verdadero motivo de alegría y regocijo familiar.

Ahora bien, cuando ya hay otro niño, es imprescindible realizar una labor de preparación para que este pequeño pueda asimilar favorablemente el nacimiento del hermanito.

El sentimiento de este menor, aún en los mejores casos, es el de que un intruso o intrusa está robándose la atención y el amor de sus padres. A veces no es solo un pensamiento infantil, sino que dado que el bebé requiere tantos cuidados, el otro niño pasa a un segundo plano, como resultado de lo cual todas sus necesidades pueden no estar siendo satisfechas. Y no nos referimos a lo más básico, alimentación, higiene, etc. sino sobre todo a los requerimientos de afecto, seguridad, comunicación, protección, entre otros muy significativos. Es vital que la familia, especialmente los padres, busquen las alternativas necesarias, para que a pesar o de lo atareados y agotados que estén por el bebé, el otro hijo sea igualmente atendido por ellos.

Se debe realizar un manejo muy cuidadoso en el sentido de no alterar ni cambiar demasiado la vida del niño. La llegada del hermano ha sido un evento trascendental; no debe acompañarse de otras transformaciones secundarias que aviven el sentimiento de ¿Y yo qué? que suelen experimentar los pequeños en estas circunstancias. Por ejemplo, algunas familias pasan al niño, que aún dormía en la cuna, para una cama e incluso otro cuarto, con el fin de darle la cuna al bebé. Igualmente proceden con el escaparate, juguetes y otras pertenencias del niño, que va sintiéndose poco a poco despojado de todo. Es importante que los hábitos, rutinas y cuidados del menor se mantengan inalterables con la llegada del hermano.

Es conveniente pedirles ayuda y ofrecerles la posibilidad de realizar tareas sencillas relacionadas con el bebé, para que se sienta útil y parte también de esa nueva dinámica. Debe explicárseles que el amor de los padres nunca cambiará, que ellos siguen siendo igual de importantes y queridos, que si bien es cierto que el hermanito lleva mucho tiempo y atención, eso solo será una etapa y que a la larga serán muchos los beneficios de haber tenido un hermanito o hermanita.

Finalmente aunque se haya tomado todas las medidas, los padres deben saber que durante un tiempo, hasta tres meses, el niño puede experimentar cambios en su conducta que son resultado del proceso de adaptación a la nueva realidad. De esta manera el pequeño podrá comportarse como un niño pequeño, llorar, orinarse, pedir que lo amamanten o le pongan un pañal. También manifestará celos y todo tipo de comportamientos llamativos para lograr desplazar la atención sobre él. En cada caso deberá darse una respuesta a estos reclamos, expresando el orgullo que los padres sienten de él, cómo ha crecido y cuánto ha aprendido, o sea reforzar la edad psicológica y no los comportamientos regresivos o llamativos.

Resumiendo, es necesario que los niños reciban la preparación requerida en relación con la llegada de un hermanito o hermanita. Debe prestarse atención a la satisfacción de sus necesidades de toda índole y ser cuidadoso de no despojarlo de sus objetos personales. Es conveniente brindarle participación de los cuidados del hermano menor.

Padres

    Realizar la preparación psicológica del niño, previamente a la llegada del hermanito.
    Mantener inalterables los cuidados, hábitos y rutinas del niño.
    No despojar al niño de sus pertenencias, realizar los menos cambios posibles.
    Incorporarlos a la dinámica de atención al hermanito, solicitándole ayuda y asignándoles pequeñas tareas.