Escribir un blog es cansado. Supongo que existe gente a la que le sale con fluidez, con naturalidad. A mi no. Cada artículo, hasta el más tonto, lleva detrás un proceso de elaboración e infinidad de relecturas hasta que sale a la luz. Pero también está la otra cara de la moneda: una vez superado cierto umbral esto de escribir se torna tremendamente adictivo. Vas en el metro por la mañana recitando mentalmente futuros pedacitos de blog y a la mínima anécdota que te cuentan el primer pensamiento reflejo que atraviesa tus circuitos neuronales no es otro que: ¡Anda, esto para el blog!
Es por esto que los blogs, como los seres vivos, tienen su ciclo vital: nacen un mal día en el que no sabías dónde te estabas metiendo, crecen, se reproducen (¡tienes que hacerte un blog como el mío, ya verás como mola!) y cuando por fin el hastío supera a la adicción acaban muriendo. Os cuento esto porque existe otro blog sobre Holanda que probablemente conozcáis, llamado Holanda Hispánica, que va a sufrir un parón de un mes o dos. Y como ya sabéis cómo son los lectores, ya sabéis cómo somos, su autora no quiere dejarlo inactivo todo este tiempo para no tirar por la borda la imagen de seriedad construida a lo largo de lo que ya son años de trabajo. Para evitarlo, esta temporada va a estar publicando algunos artículos de este sitio de modo que la gente que suele pasarse por el suyo tenga material para leer (y de paso veremos si con la publicidad alguno que otro se anima a quedarse también por estos lares). Si queréis ver el resultado no olvidéis visitar esa bitácora.
Y ya que hablábamos del particular ciclo de vida del blog, mientras no termino mi próximo artículo voy a desenterrar del hades para vuestro entretenimiento dos ejemplares de blog holandés que pintaban bien pero desaparecieron muy jovencitos, con apenas tres o cuatro entradas.
El primero pertenece a un chico que, hace dos años ya, planeaba atravesar el país entero en bicicleta sin dinero ni maletas. Por cada día de su viaje nos ofrecía un pequeño documental con las incidencias de la jornada, todo muy currado. El problema es que no pasó del capítulo tres, con lo cual nunca llegaremos a saber si por algún motivo canceló su periplo o simplemente se cansó de montar vídeos por las noches tras pasar el día entero pedaleando por las lejanas tierras de Groningen.
El segundo no sabemos siquiera a cuándo se remonta, pero hace ya unos años que topé por casualidad con él y todavía lo recuerdo. No es más que otro de los miles de blogs que recogen las impresiones sobre el país de acogida de un estudiante erasmus y duran lo que dura el desconcierto de las primeras semanas. De hecho consta únicamente de unos cinco artículos de los cuales sólo dos tienen gracia. ¡Pero es que son muy graciosos! Además reflejan a la perfección el ambiente de convivencia en un piso compartido holandés, ese "todo es normal" que yo también experimenté en la casita de Aalsmeer. Para muestra la historia titulada "Cómo conocí a Gerald"*.
Fede se trasladó a Eindhoven 2 semanas antes que lo hiciera yo, por lo que me iba contando cada día cómo iba todo, qué tal era la casa, cómo eran los compis… Un día me habló de un tal Gerald. Me dijo que no le veía mucho, porque se iba pronto por la mañana y llegaba tarde por la noche. “Mmm… un tipo muy ocupado”, pensé. Y ahí mi imaginación empezó a volar. Pensé en un joven de color, alto, atlético, que salía por la mañana súper temprano al trabajo y volvía a casa cansado, pero sonriente, después de un duro día laboral (al menos en lo de sonriente no me equivoqué). Total, que llega el día en el que aterrizo en Eindhoven. Fede me muestra la casa, el patio de las bicis y tal. Y ya en el segundo día en mi nuevo hogar y mientras pensábamos en lo que íbamos a hacer para cenar, alguien entra en la cocina. “Hostia! se nos ha colado uno que viene a pedir!”, pensé acojonada. Y de repente Fede me dice: “Mira Mari! éste es Gerald!”. Yo me quedé totalmente en estado de shock mirando a aquel señor de color, bajito, delgadito, con mochila, botas de montaña y con ropa extraña, mientras Fede nos presentaba. Gerald me hablaba un montón, pero yo no le entendía absolutamente nada, por lo que al final desistió, se calentó media lasaña en el horno y se subió a su cuarto. A la media hora: – ¿Mari, te ha caido bien Gerald? – Eh… si, bueno. Olía un poco a vino, ¿no? – ¿Tu crees? Si, igual un poco… - Me he asustado un poco cuando ha entrado… – ¿A si?¿por? – No sé… me le había imaginado de otra forma… A los tres días: – Fede, tío, ¿no te resulta un poco raro que Gerald desayune y cena todos los días lasaña? – Pues si, la verdad, un poco raro si que es… – ¿Y por que calienta la comida justo antes de salir?¿Dónde se la come, en la calle? En la calle. Eso es. Y una imagen vino a mí: Era Gerald sentado en un banco, comiendo su tupper de lasaña y rodeado de palomas… Y al día siguiente todo cuadró. Estábamos charlando con Gerald en la cocina cuando: Gerald: “Y qué tal, Maribel. ¿Te gusta Eindhoven?” Yo: “Sí, mucho. No es muy grande pero es una ciudad bonita”. Gerald: “Sí, y los parques que tiene!! Aquí cerca hay uno que es muy grande!! Con muchos perros… muchos perros hay, si…”. Yo: “Eh… pues no sé… la verdad es que aún no he ido a ningún parque…. Mas que nada porque está todo el santo día lloviendo… Gerald:”Ah!! A mí me encantan los parques. Yo me paso ahí todo el día!”. Vale. Fenomenal. Tenemos un mendigo en casa. Eso, o es un humilde jardinero que todos los días termina su jornada laboral con una calimochada. ¡Lo mejor es que aquí nadie se ha pispado de nada! El otro día estamos haciendo una tabla de limpieza y nos dice Alain: “La limpieza se tiene que hacer un día a la semana porque claro, la gente que trabaja, como Thor y Gerald, están muy ocupados y no pueden limpiar todos los días”. Pero vamos a ver… Gerald NO trabaja, joder, NO TRABAJA. Se va al parque por la mañana y vuelve por la noche, leches. Que no es cuestión de intuición femenina, es cuestión de tener ojos en la cara. Que entra por la puerta vestido de Espinete y os tienen que decir que trabaja en Barrio Sésamo, por dios! De todas formas, he de destacar que el jodío se ha comprado una nevera propia que tiene en su cuarto y que paga todos los meses el alquiler como un campeón, luego dinero tiene que tener. Además, para tranquilizar a todos los familiares y amigos preocupados, el hombre es super majo y educado. Igual ya está jubilado y disfruta de su pensión haciendo lo que siempre habiá querido hacer: Pasar el día en el parque.
Si os ha gustado recomiendo también la lectura de "Nuestros compañeros de piso", el otro artículo que merece la pena y en el que por fortuna vuelve a mencionarse a ese pedazo de personaje que es Gerald. Y si no, como dije en otras ocasiones, existen muchos otros blogs afincados en estas planas tierras que todavía están en activo (sus autores deben de ser tan masoquistas como quien suscribe) y que podéis encontrar en la barra lateral. ¡Ah, se me olvidaba! Y si tú tienes algunos de estos blogs y estás interesado en este tipo de intercambios conmigo o con Holanda Hispánica no dudes en contactar con nosotros, que un pequeño descanso nunca nos viene mal.
Como regalillo final otro blog más que finado que no tiene absolutamente nada que ver con todo lo anterior: Kim Jong-Il mirando cosas, que terminó por motivos evidentes (al parecer Kim Jong-Un no observa con tanto desparpajo como papá). ¡Saludos!
* No había dirección de contacto ni comentarios abiertos en este blog y simplemente me daba pena que este relato se perdiera, pero si su autora pasa por aquí algún día y no le parece bien su inclusión será eliminado sin problema.