¿Sabías que existen más de 2.400 especies distintas de este insecto?
La mantis religiosas, una voraz depredadora, ha cautivado a naturalistas, entomólogos y fotógrafos de todo el mundo.
Tienen una excelente visión periférica, ya que en su cabeza triangular capaz de girar 180 grados, poseen dos grandes ojos compuestos y tres simples situados entre las antenas.
Aunque suelen ser de colores verdes o pardos, algunas mantis son unas expertas del camuflaje, adoptan colores y formas singulares y permanecen ocultas pacientemente esperando a sus presas.
Cualquier insecto, ya sean polillas, saltamontes, grillos o incluso mariposas despierta el interés de la mantis, que sale de su letargo para caer sobre su víctima con sus serradas patas delanteras, tan rápido que resulta difícil de ver.
Ningún insecto se libra del apetito de la mantis, ni siquiera los de su propia especie, y es que si por algo se conoce a las mantis es por la leyenda negra de la copula.
En ciertas especies de mantis, es costumbre que la hembra devore al macho antes, durante o después del apareamiento. Las que se lo comen antes es por no quedar satisfechas con el cortejo, y las que se lo comen después o durante lo hacen para conseguir así un «suplemento proteico» que le vendrá muy bien durante la puesta de huevos.
A pesar de la mala fama, las mantis son unos insectos fascinantes e inofensivos, que lejos de resultar peligrosos, nos ayudan a regular la cantidad de insectos y plagas en jardines y cultivos de consumo humano, siendo más efectivas que los insecticidas y encima respetuosas con la naturaleza.
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