Algunos mitos de la Grecia Antigua

Por Joaquintoledo

Una de las ninfas más famosas de la mitología fue Eco, quien se decía estaba locamente enamorada de Narciso. Éste era hijo del río Cefiso, divinidad de las aguas y su madre la ninfa Liriopea. Se dice que era bellísimo, nadie había conocido jamás hombre tan bello, y hasta los dioses admiraban tal atractivo físico, el problema radicaba en que al joven Narciso no le resultaba llamativa ninguna fémina, además, era casto. No era homosexual, algo muy común en Grecia, sino que sencillamente nadie despertaba en él, el mayor atractivo. Eco sencillamente se moría por él, y trataba de llamar su atención de distintos modos, hasta que un día, Narciso, algo harto le preguntó: “¿qué quieres, Eco?”. ¡Al fin le había pronunciado una palabra!, Eco estaba feliz. Ella le confesó inmediatamente su amor y le ofreció unirse a él en matrimonio. Narciso sencillamente la echó bruscamente: “las mujeres son fastidiosas, ¡déjame en paz!”. Narciso le dio la espalda y se alejó. Eco jamás pudo soportar tal ofensa a su orgullo, y acudió a Zeus y pidió que la ayude a castigarlo. El dios máximo sugirió olvidar lo sucedido y dejar en paz al muchacho. Al final Zeus decidió aceptar, pero le dio a Narciso un castigo indirecto, dijo: “se enamorará apasionada e inevitablemente de la primera persona que vea a través de sus ojos”, dijo. En cuanto a Eco no soportó más el dolor y se marchó y murió de pena. Narciso un día sintió sed y se acercó a un arroyo donde vio su imagen reflejada en el agua y le pareció tan bella que se enamoró de él mismo, no quiso beber para no perturbar la imagen, al final intentó abrazar tan lindo cuadro y murió ahogado. Se dice que la flor con su nombre se originó en el lugar de su muerte.

Cupido y la hermosa Psique

Se dice que hace mucho tiempo un rey de Grecia tenía tres hijas, y la menor de ellas era la más hermosa y exquisita. Afrodita, celosa de la joven envío a su hijo Cupido también llamado Eros para que la enamorase, como castigo, del más feo de todos los hombres. Pero Cupido vio a Psique y se enamoró de ella ipso facto, y quiso poseerla llevándola por el Céfiro a un lugar oculto. La visitaba todas las noches y se iba cuando el alba asomaba, para no ser reconocido por Psique, mientras tanto el padre de la princesa la buscaba desesperado y consultando al oráculo, este le dijo que su hija tendría por esposo a un monstruo feroz y abominable. Al final, las hermanas de Psique, cuando dieron con su paradero y llenas de envidia le dijeron que era poseída por un monstruo horrible, y que por eso prefería no dejarse ver. La princesa vivía en un magnífico palacio en el bosque, donde la servían misteriosamente servidores y Cupido sólo llegaba de noche. Por fin la insistencia de la esposa, hizo que Psique quiera ver al hijo de Afrodita, pero curiosamente descubrió que se trataba del más hermoso de todos los dioses. Sin embargo, mientras Psique alumbraba con una lámpara, la impresión hizo que la misma cayese y una gota de aceite caliente impactó en la espalda desnuda de Cupido, y al quemarle lo despertó. Estaba enojadísimo por la intromisión pues de verlo, él le había advertido lo perdería para siempre. Así desapareció para no volver.

Apiadándose de ella, Cupido sólo intervino indirectamente para evitar que ella se suicide debido a la pena. El dios Pan buscó el modo de encontrar el perdón de Cupido, aconsejándola, así que le dijo que marchara al templo buscándolo, antes claro, ella se vengó de sus hermanas arrojándolas de un peñasco, pero nunca encontró el templo del dios, y desesperada más bien se cruzó con su ex-suegra Afrodita, quién, enterada de todo, la hizo su esclava, de trabajos, por supuesto, humillantes, y peligrosos, que la arriesgaban a ser devorada por seres monstruosos, pero el amor de Cupido, siempre la protegía y la ayudaba a seguir. En realidad Afrodita la estaba probando, para así ver con sus propios ojos si el amor por su hijo era verdadero.

Finalmente Afrodita le pidió a Psique que descendiera a los infiernos y le pidiese a Perséfone una caja que contuviera “alguna de sus gracias”, pues quería ella renovarse también, ya que debido a uno que otro sufrimiento sentía su cuerpo desganado. Una voz misteriosa la guió todo el camino, y Psique tuvo que bajar al infierno llevando en las manos dos tortas y en la boca dos monedas, que dio a Cancerbero y a Caronte respectivamente. Al final luego de un par de discusiones y la promesa de entregarle su voz a cambio recibió de Perséfone la caja que se le había solicitado y regresó a tierra firme. Pero al igual que Pandora, Psique tuvo curiosidad y abrió la caja y un vapor salió de allí que la hizo caer en la tierra. Cupido la volvió a despertar y al final consiguió entregarle la caja a Afrodita que se decía había contenido la esencia de la inmortalidad. Cupido, también, se dio cuenta al fin que lo que sentía su amada era verdadero amor, así que decide perdonarla y la lleva al Olimpo presentándosela a Zeus, y Psique pudo recuperar la voz y reside en el Elíseo junto con su amante Cupido , siempre los dos juntos. La moraleja del cuento es que el amor exige muchas pruebas y cierta ignorancia de la personalidad de la persona amada para generar “tolerancia y discreción, así como un tácito respeto por lo que el otro quiere ocultar.

La leyenda de Sísifo

Hijo de Eolo, y según Homero “el más astuto de los hombres”, aunque no se sabe porque si fue tan astuto, recibió el castigo que recibió…este dato de porque fue castigado de tal modo que detallaremos en seguida, no nos la da el autor de la Ilíada, sino Ferecides. Todo empezó por una venganza de Zeus, quien habiendo raptado a Egina, hija del rey Asopo, y atravesó Corinto llevando a la cautiva. Sísifo lo advirtió y reveló a Asopo el nombre del raptor, a cambio sólo pidió crear una fuente en el Acrocorinto, donde no había agua. Zeus se enfureció tremendamente, y mandó a Tanato, dios de la muerte, apoderarse de Sísifo. Sin embargo, heroicamente lo venció y dominó encadenándolo y dejándolo sin actividad, y de pronto, ya nadie moría en la tierra. No obstante todos los dioses se vinieron en contra de Sísifo, pues Ares lo libertó y arrastraron a su víctima hasta el Hades, aunque nuevamente, haciendo gala de su astucia, Sisifo, logró salir de allí. Al final vivió en Corinto hasta edad muy avanzada y cuando murió fue enviado directamente a los infiernos, y allí fue condenado a remontar una roca hacia una cima para toda la vida, la misma volvía siempre a caer

El mito sobre Orfeo y Eurídice

Orfeo, según un relato fue hijo de Apolo y la musa Calíope (otros dicen que su padre fue el rey de Tracia Eagro. Aunque resulta más verosímil como hijo del dios, pues desde joven gustó del arte en especial la lira, gusto que también compartía Apolo, e inclusive Orfeo llegó a agregar dos más a la siete tradicionales). Orfeo tocaba tan pero tan bello que nadie osaba rechazarlo o subestimarlo. Parecía que todo se paralizaba cuando él tocaba, y a la vez, aunque resulte paradójico, todo cobraba vida. Anduvo con los famosos Argonautas liberándolos de las sirenas y pudieron dormir al monstruo que cuidaba del vellocino de oro. También era muy culto y gustaba de viajar y marchar por distintos lugares para así poder conocer de otras costumbres, de otros pueblos. Aunque su fantástica vida le permitió conocer a mujeres realmente bella, de todas, solo tenía ojos para Eurídice, y del capricho todo acabó en verdadero amor, y ambos se casaron al poco tiempo, siendo ella una hija ninfa de Zeus, quien vio con gusto el matrimonio por las perspectivas que ofrecía tal unión. Ambos vivieron felices, su amor era único y verdadero. Pero por supuesto ni siquiera la felicidad y el amor, cosas gratuitas, son eterna, pues un día que Eurídice se hallaba en el campo, un pastor intentó atacar para ultrajarla y esta huyó presurosa y en el camino, desapercibida una serpiente muy venenosa mordió su pie, y poco después la amorosa ninfa cae muerta sobre la hierba.

El dolor de Orfeo fue indescriptible, no hubo nada que consolara su dolor, la muerte era para él algo que ni siquiera podía vencer su amor. Lloró tanto que nunca alcanzó a derramar las lágrimas suficientes para aplacar su dolor, por lo tanto tomó una última determinación. Bajaría hasta los mismos infiernos y allí, buscaría el modo de rescatar a Eurídice. En su viaje correría muchas peripecias, fue duro sin lugar a duda, se enfrentó a Cancerbero, el famoso canino de tres cabezas que no toleraba que un mortal vivo se hallase en tal lugar, pero en seguida Orfeo lo durmió con la música de su lira, ni siquiera aquella bestia pudo resistírsele, y entonces el músico se halló frente a Hades, el dios del Inframundo, quien antes de eliminarlo le sugirió tocar para deleitarse y comprobar si de verdad tocaban tan bien. En efecto Hades quedó tan complacido que se dice que en aquellas tierras y algo lejos de allí también, todo se paralizó, inclusive las torturas de Prometeo, pues las águilas se posaron en tierra; Tántalo se puso a llorar, y Sísifo detuvo su marcha por unos momentos. Al quedar conmovido por sus hermosas canciones, Hades decide hacer una excepción dejaría marcharle con Eurídice, aún en forma de espíritu, advirtiéndole que ella en su marcha hacia la superficie iría detrás de Orfeo, y que jamás pase lo que pase, debería voltear a verla hasta no haber salido de aquel mundo. Orfeo aceptó y luego de algunas penurias, pues el ascenso fue peor, cuando ya estaban casi por llegar a la superficie, y el frío parecía hacerse más intenso, de pronto Orfeo dejó de oír los pasos de su amada y esta dio un suspiro aliviada, el músico olvidando la advertencia de Hades, giró a mirarla, y en seguida Eurídice se disolvió, pues el único lugar donde el sol no iluminaba su cuerpo era una pequeña porción de su pie, aún en el Inframundo. Desesperado Orfeo quiso volver frente a Hades, pero Caronte el barquero, se lo negó y ambos amantes se despidieron por última vez al verse en orillas distintas. Orfeo anduvo esperando unos siete días y siete noches más, pero nada funcionó. Se dedicó a vagabundear por el mundo tocando su lira, con tristísimas melodías, y se volvió un renegado. Al parecer dejó de honrar a los dioses, menos a Apolo, y sería descuartizado y sus fragmentos esparcidos, su cabeza le llegó a las Musas flotando en un río hasta la costa de Lesbos, y en sus labios aún se pronunciaba el nombre de Eurídice. Al final subió al cielo y se convirtió en la constelación de Lira, sin nunca poder volver a reunirse con Eurídice sino hasta el fin de los tiempos.