La semana pasada tuve que ir al banco. A EVO Banco. Supongo que si alguno también tenéis que viajar al extranjero y queréis sacar dinero de cajeros sin que os cobren comisión, quizá hayáis hecho lo mismo. El caso es que para abrir la cuenta joven, que es la que me interesaba, simplemente había que rellenar un formulario por internet con los típicos datos. Una vez finalizado, te citaban en una oficina física para recoger tu valiosa tarjeta con acceso a tu cuenta con sus 0€ iniciales.
Pues ahí estaba yo, a las 16:00 de la tarde. Me hacen sentarme en la mesa de una señora muy dispuesta que participaba de una conversación con un compañero que estaba bien lejos. A los pocos minutos, comienza a hacerme caso, le digo que vengo a recoger mi tarjeta de cuenta joven. Entonces, coge un sobre, y empieza a teclear mucho y muy fuerte (esto creo que es algo muy generalizado entre la gente de los bancos). Al rato, comienza a hablar súper bajo (que me cuesta entenderla):
ELLA: ¿Eres estudiante?
YO: Sí. Sí bueno…eh…hago la tesis…
ELLA: Ya…Estudiante (parece que lo dice a la vez que lo teclea).
ELLA: ¿Y vives en casa de tus padres?
YO: ¡No, no! vivo aquí en Madrid…
ELLA: ¿Pero tienes casa?
YO: No, bueno… Sí, mejor pon que vivo con mis padres.
ELLA: Sin propiedad (a la vez que teclea).
ELLA: Y…¿cuántos años tienes?
YO: 27
ELLA: ya…27 (teclea), te quedará poco para acabar, ¿no?
YO: Pues…no, la verdad que no.
Silencio.
ELLA: Pues ya está… Toma tu tarjeta y te envío las claves al móvil.
YO: Muchas gracias. Buenas tardes.
Yo soy muy de no ir con tacones en bicicleta, pero es que me gustaba el dibujo
“Entonces salí del banco, abrí el candado de U de mi bici y me marché pensando en que si las mismas preguntas me las hubieran hecho hace 10 años, las respuestas hubiesen sido las mismas.”