El proyecto
Un nuevo proyecto de sanciones contra Venezuela se trabaja desde el Senado de Estados Unidos, según un documento oficial colgado en su página web.
Este nuevo proyecto de sanciones incluiría, según indica el documento de 27 páginas, el envío de 10 millones de dólares en “ayuda humanitaria”, una exigencia al Departamento de Estado para articular intervenciones diplomáticas contra Venezuela desde instancias regionales y solicitar información a los servicios de inteligencia de EEUU para ampliar las sanciones contra funcionarios claves del Estado venezolano.
Esta “ayuda humanitaria” tiene toda la apariencia de ser la cubierta legal para fortalecer el financiamiento a ONGs y partidos políticos de oposición que despliegan su estrategia de deslegitimación del Estado. No asombra que se intente dar un carácter desinteresado a este financimiento bajo una figura humanitaria, como se hizo en el caso sirio con los “rebeldes moderados” (terroristas) que “luchaban por la libertad y los valores democráticos”.
El texto citado por Reuters exige al presidente Donald Trump que “tome todas las medidas necesarias para impedir que la petrolera estatal rusa Rosneft obtenga el control de cualquier infraestructura energética estadounidense”, debido a un préstamo de los rusos a Pdvsa que tiene como garantía colateral acciones de Citgo, filial estadounidense de la estatal venezolana de petróleo.
Sus impulsores
Los senadores John McCain, Marco Rubio y Ben Cardin son los cabecillas de este nuevo proyecto. Aunque ya Rubio y Cardin han estado involucrados en la ejecución de sanciones anteriores, e incluso han recibido a políticos opositores en Washington para coordinar acciones, sin duda resalta el caso de John McCain.
En 2014 reconoció públicamente ante la cadena Fox que los “rebeldes sirios” con los que se había reunido para coordinar acciones en pro del derrocamiento de Bashar al-Assad, tenían vínculos con el Estado Islámico. Según el analista Thierry Meyssan, McCain no sólo fue un operador clave de las “primaveras árabes” en Medio Oriente, sino que también coordinó la entrega de armas a terroristas aliados (los llamados “rebeldes”) en Siria desde el Líbano, entre otras acciones de guerra.
Lo dicho en 2014 tenía una realidad gráfica mucho más oscura: McCain se reunió públicamente con Abu Bakr al-Baghdadi, fundador del Estado Islámico. Se ven juntos en la foto que sirve de portada a este artículo.
Esto ocurre en paralelo a las últimas declaraciones de Rex Tillerson, secretario de Estado de EEUU, con respecto a Venezuela, donde detalló estar realizando gestiones con sus aliados europeos para interferir en los asuntos internos de Venezuela. Además recalcó que todavía la Administración Trump no tiene una estrategia definida para Latinoamérica.
Antecedentes inmediatos
Este proyecto de sanciones ocurre un día después de que Luis Almagro se reuniera con Marco Rubio y Jeff Duncan para evaluar gestiones diplomáticas en contra de Venezuela desde la OEA.
Marco Rubio ha sido promotor de las sanciones contra Venezuela en el pasado reciente y ha establecido vínculos directos con el ala radical de la oposición venezolana, dirigida principalmente por Voluntad Popular. Quien además hizo el cabildeo necesario para la icónica foto de Lilian Tintoti con Donald Trump.
Por su parte, Jeff Duncan ha comentado que las relaciones de Pdvsa y Rosneft significan para EEUU un problema de seguridad nacional, dada la importancia de Citgo en las actividades de refinación y suministro de gasolina.
El día de ayer el Secretario Adjunto de la Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental, Michael Fitzpatrick, ya había amenazado que ante la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente realizada por el presidente Nicolás Maduro, el país podría ser objeto de nuevas sanciones.
El burócrata del Departamento de Estado aseveró que están trabajando coordinadamente con la OEA y Luis Almagro para establecer una estrategia regional para abordar el tema venezolano, lo cual supone no sólo un aumento de la presión internacional sino la posibilidad de sanciones más agresivas contra el país.
Ayer Rusia e Irán, hoy Venezuela
El día de ayer (2 de mayo) el Comité de Relaciones Exteriores del Senado de EEUU comenzó las gestiones para ampliar las sanciones contra Rusia por su supuesta intromisión en Ucrania, Siria y las elecciones presidenciales estadounidenses de 2016.
El fin de estas sanciones, según el presidente del Comité Bob Corker (también operadores de las sanciones contra Venezuela), es hacer retroceder a Rusia en Europa.
El mismo comité, en paralelo, trabaja en nuevas sanciones contra Irán.
La aceleración y simultaneidad de estos recursos de presión internacional aplicados contra países de un mismo eje alternativo de poder global (Venezuela, Irán, Rusia), pone de manifiesto la centralidad geopolítica que actualmente adquiere el conflicto venezolano.
La pugna llevada al terreno geopolítico por parte de las corporaciones que gobiernan Estados Unidos tiene como foco crítico la -urgente- necesidad de contener a sus adversarios globales y regionales, en un marco de profunda disputa por los recursos naturales y zonas estratégicas que definirán en las próximas décadas los nuevos equilibrios y centros de gravedad de la política mundial.
Estados Unidos busca mantener su estatus de superpotencia.
El objetivo de las sanciones contra Venezuela y el tiempo político
El pulso de las sanciones contra Venezuela es político. Aunque sus objetivos tácticos (aislamiento, asedio internacional, persecución judicial e intimidación psicológica contra el Gobierno) siguen más o menos inalterados, sus tiempos de aplicación corresponden a la dinámica política interna.
Las primeras sanciones ejecutadas en 2014 y el Decreto Obama emitido en 2015 tenían dentro de sus objetivos dar apoyo externo y vitalidad política a sus operadores locales en Venezuela, en un contexto en el que los planes violentos que encabezaban habían mengüado en intensidad. El Gobierno venezolano había logrado imponer la política sobre la violencia.
En un contexto similar, la Asamblea Nacional Constituyente entroniza esa búsqueda nacional de imponer escenarios de diálogo por encima de los escenarios de guerra. Nuevamente estas sanciones parten de la necesidad de que lo primero no eclipse lo otro. Lo que debe ser entendido como un nuevo empuje a la violencia interna bajo la cobertura internacional que otorga Luis Almagro desde la OEA.
Esta maniobra de apoyo externo está contenida en los manuales de Guerra No Convencional del Pentágono (específicamente el FM 3-05.201, filtrado en 2009). El gobierno de Estados Unidos (tomando en cuenta las experiencias de Vietnam y Nicaragua) puede apoyar a movimientos insurreccionales internos de diferentes maneras. Reza el manual que las formas de “apoyo externo” están centradas en el reconocimiento moral (proyectar a los insurgentes como justos y admirables), promover activamente sus objetivos estratégicos en foros internacionales y otorgar financiamiento o recursos logísticos.
Este nuevo proyecto de sanciones se une a las progresivas agresiones de EEUU contra Venezuela, dentro de las cuales resaltan la renovación del Decreto Obama, los llamados a aplicar la Carta Democrática de la OEA y las sanciones del Departamento del Tesoro contra el vicepresidente venezolano Tareck El Aissami, por acusaciones sin fundamento legal sobre delitos de narcotráfico.