El borratodo de Sally Hansen es un una opción muy buena para quienes no respetamos los límites (también hay uno de Mavala, pero es más caro): tiene una punta similar a la de un resaltador que permite sacar mucho o poco producto según la zona de la uña o el expertise para pintarse. Después de usarlo, y sobre todo con esmaltes oscuros, hay que limpiarle la punta para que no manche en el próximo arreglo.
Y para quienes no quieren gastar en un producto como el de Sally Hansen, hoy les muestro dos opciones económicas: por un lado, Bada de Nails Club nos contaba que en Singapur (donde vivió hace unos años), quienes le pintaban las uñas, usaban un pincelito viejo para emprolijar. En la tapa del quitaesmalte, ponian bastante líquido, mojaban el pincel y arreglaban. Yo jubilé un pincel delineador, que mis hijos mordisquearon sin piedad, que funciona perfectamente para eso pero ya no para maquillar.
Y si no tienen un pincel de esas características, pueden usar un aplicador viejo de gloss, de corrector de ojeras o como encontré rebuscando, un aplicador de bálsamo para los granitos de Tea Tree de Garden Angels.
Creo que después de estos beautyps ya no tengo más excusas para pintarme mal.