Directora: Mary Harron
Debo admitir que cuando me pongo a ver este tipo de series extremadamente publicitadas me siento como un maldito borrego, pero es que "Alias Grace", miniserie canadiense (canadiense de tomo y lomo, canadiense hasta la médula) emitida a lo largo de octubre, de verdad me interesaba lo suficiente como para ver sus seis breves episodios de cuarenta y cinco minutos cada uno. La protagonista es Sarah Gadon, para empezar; Anna Paquin y David Cronenberg también actúan; la directora de todos los episodios es Mary Harron y Sarah Polley se encargó de escribir los seis guiones (ambas, además, ejercen de productoras); y, por si fuera poco, esta historia se basa en una novela de Margaret Atwood, novelista de la que no he leído nada y que recién descubrí de nombre este año gracias al éxito de la adaptación televisiva de "The Handmaid's Tale", pero cuya bibliografía parece ser verdaderamente estimulante. Así que por eso quería ver esta serie canadiense hecha por prácticamente puro talento canadiense.
En "Alias Grace" no importa tanto el crimen al que la protagonista se ve asociada, de hecho el mismo es retratado con ambigüedad durante el inicio, el desarrollo y el final del relato, sin preocuparse de aclarar si Grace es 100% culpable o 100% inocente, si fue una desafortunada testigo o una verdadera y maléfica cómplice, si lo hizo o no lo hizo, pues tales interrogantes son demasiado simples e incluso banales para lo que Sarah Polley y Mary Harron pretenden desgranar a lo largo de los seis episodios. El famoso crimen, que a todo esto es real (Grace Marks existió, el asunto no es puro cuento), no es más que un MacGuffin, el detonador de un sinnúmero de conflictos e historias que ponen especial atención al trato que recibían las mujeres de la época (el cual se extrapola a las problemáticas de la actualidad, las cuales, por supuesto, se han venido arrastrando desde los años en que transcurre la serie).
Grace, que le cuenta su historia a un psiquiatra contratado por un grupo de personas que esperan un favorable informe que garantice el indulto para ella, nos cuenta su historia, una historia marcada por las injusticias y desigualdades sociales pero, sobre todo, por la sistemática violencia de género a la que se ve sometida (abusos de todo tipo de parte de gran cantidad de hombres), sin mencionar que detrás de todo esto también se asoma tímidamente un importante episodio de la historia canadiense, que es eso de las Rebeliones de 1837. Ignoro cuán rico y complejo sea el libro (asumo que, en efecto, es bastante sustancioso, y según dicen por ahí, está narrado en un estilo gótico), pero, a pesar de lo bienintencionada de la serie y de lo necesaria que es (especialmente este año), "Alias Grace" no pasa de ser un producto correcto y efectivo, escrito cuidadosamente y dirigido con pulcritud y elegancia, pero poco atrevido y valiente, tanto en lo formal como en lo discursivo. A mi parecer, "Alias Grace" no mete el dedo en la llaga, no muestra furia, ira, ferocidad. Sí, nos muestra problemas terribles y dolorosos, pero su narración es una mera exposición, un superficial repaso a los vejámenes que las mujeres deben soportar, un listado de abusos utilizados como simples instrumentos narrativos, como herramientas de guión y no mecanismos de reflexión, de provocación, de subversión. Imaginen esta historia escrita y dirigida por la peligrosa e incendiaria (como debe ser) Rose McGowan. Por ejemplo, el segundo episodio consta de Grace recordando su especial amistad con una tal Mary Whitney, mucama de ideas revolucionarias que sacó la peor parte sólo por ser mucama, pobre y, sobre todo, mujer: el rico la embarazó, se hizo el desentendido y ella, sola y sin nadie que quisiera apoyarla, tuvo que recurrir a un aborto que la desgarró por dentro y por fuera, en cuerpo y alma, el primero quedando como un frío y pálido cadáver escupido por la gente de bien (por cochina, por asesina, por puta) y el segundo destinado a vagar por la eternidad en busca de una justicia que jamás calmará ese tormento. Triste, sí, pero por sus propias características, por esa desazón inherente; no obstante, el tratamiento del episodio y de los problemas planteados resulta plano y obvio, como esas películas ambientadas durante la esclavitud que sólo parecen decir que la esclavitud es mala (o que el racismo es malo).
La serie mejora y comienza a entregar reflexiones interesantes cuando se concentra en las dinámicas interpersonales de un pequeño puñado de personajes, lo cual sucede cuando Grace llega a la casona donde ocurre el crimen que añadió otra marca a su vida, en donde viven el dueño de la casa, la ama de llaves y amante del primero, un arisco sujeto que se encarga de las labores "masculinas" y nuestra Grace. En este punto la narración adquiere un tono algo sombrío, sensual, algo malicioso pero sutil, sin enunciados taxativos y personajes que o son blancos o son negros. No es para nada salvaje como "The Beguiled" (la de Siegel), pero tal comparación podría ilustrar vagamente lo que ocurre en este tramo. Y luego todo se vuelve más interesante y atractivo cuando va quedando bien claro que la historia que Grace nos cuenta puede que no sea exactamente la historia que realmente ocurrió, siendo lo interesante el por qué Grace altera ciertos hechos, ciertos roles, ciertos papeles, etc., sin arrojar una respuesta esclarecedora y precisa sino que varias preguntas igualmente desalentadoras: ¿acaso le creerían?, ¿acaso solucionaría algo si, después de tantos años, le conceden el indulto o permanece en prisión?, ¿acaso podría librarse de la condena social?, ¿acaso ser asesina (en el supuesto de que sea tan culpable como se dijo) cambia el hecho de que pasó por un terrible camino de abusos que quedaron impunes (lo cual no es justificación ni nada, pero muestra lo hipócrita de la sociedad)?
Como veo que ya me alargué nuevamente, voy a ir terminando diciendo que, en efecto, "Alias Grace" es una serie correctamente ejecutada, de narración fluida y personajes construidos con eficacia y solvencia, que, no obstante la vigencia de sus denuncias, adolece de un tratamiento blando y superficial tanto en lo formal como en lo discursivo. Se puede ver sin problemas, pero no deja de ser un producto más, resuelto de mejor forma gracias al talento involucrado, que se vio beneficiado por la fiebre mediática que suscitó Margaret Atwood este año. Por suerte Sofia Coppola no se encargó de esta adaptación, aunque imagino que le habría encantado dirigir una historia sin personajes negros.
...nooooooooooooooooooooooooooooo, por quéeeeeeeeeeeeee tuvo que ganar...