Alice in chains - dirt (1992)

Publicado el 25 abril 2011 por Lou Rambler

Este es sin duda alguna uno de los discos que más me impactaron en los 90, y también uno de los que más cariño le tengo de toda mi colección. Ya sabemos lo que ocurría en esos primeros 90, medio mundo estaba deslumbrado por las nuevas bandas llegadas de Seattle que lograron lo que algunos habíamos llegado a creer imposible, revitalizar la presencia de las bandas rock y de las guitarras pesadas y furiosas en las listas de ventas, en la radio, en la televisión, en boca de los más jóvenes y de los no tan jóvenes... Y yo no fui una excepción a ese entusiasmo casi milagroso, sino que me uní a él de manera apasionada disfrutando con cada nueva banda que descubría.
Y visto con la perspectiva de tiempo creo que esos años nos dejaron unas bandas asombrosamente buenas. Es innegable el mérito de Nirvana así como reconocer el hecho de que éstos nos dejaron dos o tres obras tan importantes como alucinantes, con Pearl Jam surgió una banda que ahora es, simplemente, un clásico por encima del bien y del mal, Soundgarden y Screaming Trees nos dejaron auténticas joyas que aun hoy suenan frescas… Pero lo de Alice In Chains para mí fue simplemente impactante, me pareció la banda más diferente y asombrosa de todas las de esa generación, y fue sin ninguna duda la banda cuyo descubrimiento más disfruté.
Debo reconocer que hasta entonces nunca había sido muy metalero (o solo hasta cierto punto), pero ese sonido tan compacto y contundente, los pesados riffs de AIC, esas voces que sonaban tan atractivas como agresivas y atormentadas (la dupla Cantrell/Staley creo que es de las mejores que he escuchado nunca), esos sonidos oscuros a más no poder… me abrieron las puertas a muchas otras cosas que solo después de escuchar a AIC comenzaría a apreciar.

El primer tema que conocí de este disco, y también de la propia banda, fue “Would?”, gracias al soundtrack de la película “Singles” y en cuanto lo escuché tuve claro que esa banda iba a ser importante para mí. Y no digamos ya cuando llegué casa con el vinilo recién comprado en la tienda bajo el brazo. Recuerdo el momento de bajar la aguja y escuchar “Them Bones” y después “Dam That River” (¡pero qué bueno es esto por Dios!) y “Rain Whe I Die” y… no, no puede ser ¿cómo se llama pedazo de maravilla?... “Down In a Hole” (desde entonces uno de MIS temas, así de sencillo) y la salvajada de “Sickman” y… joder, y “Rooster” (¿se ha parido alguna vez una mejor primera cara de un vinilo?)… En fin, que así seguí hasta el final del disco (por cierto, qué miedo la primera vez que escuché “God Smack”) y lo seguí haciendo durante muchas y muchas tardes en las que, nada más regresar de la universidad, lo primero que hacía era pinchar el “Dirt”, sencillamente, necesitaba empaparme de toda aquella música… mientras merendaba.
Sí, en el fondo creo que ese es el verdadero motivo por el que le tengo tanto cariño a este disco: el Colacao con magdalenas, así es, no puedo evitar asociar este disco a esa suculenta merienda a la que era tan aficionado en mis tiempos universitarios al regresar de las clases a eso de las siete de la tarde. Colacao con magdalenas y Alice In Chains, una combinación algo rara pero muy efectiva. Como para dejar huella…

Y después descubrí el "Facelift", pero esa es otra historia...