Mi primer disco de Alice In Chains fue “Dirt” (1992), vinilo que compré en su día después escuchar ese temazo llamado “Would” en la banda sonora de la película "Singles", y que me pasé un año entero pinchando casi a diario y muy asiduamente durante los años siguientes (en aquella época si para algo utilizaba todo el tiempo libre del que disponía -y era bastante- era para escuchar música)… Claro, estamos hablando de, al menos para quien suscribe, uno de los mejores artefactos surgidos de la prodigiosa década noventera… y en fin, creo que lo que quiero decir es que descubrir a una banda con semejante obra maestra y, visto con la perspectiva del tiempo, también su obra cumbre, no le pone las cosas fáciles al resto de trabajos… Teniendo eso en cuenta, cuando me dirigí a la tienda allá por el año 93 o 94 a hacerme con “Facelift” esperaba disfrutar de un buen o muy buen disco de eso que entonces se llamaba grunge, pero lo que no esperaba era verme tan sorprendido como a la postre me encontré. Y no lo esperaba porque una vez repuesto del choque y el chute que había supuesto “Dirt”, dudaba que el debut que le había precedido pudiera albergar muchas sorpresas. Me equivocaba. Fui doblemente sorprendido: primero por la solidez de todas y cada una de las canciones… aún recuerdo como ese trío inicial formado por la brutal declaración de intenciones de dos minutos titulada “We Die Young”, la absolutamente genial y definitoria de su sonido “Man In The Box” y la adictiva y hard rockera “Sea Of Sorrow” me dejó anonadado y boquiabierto derrumbado sobre el sofá preguntándome si debería darme pellizcos para asegurarme de que lo que estaba experimentando era cierto… porque de verdad no podía creer que ese nivelazo, esa contundencia y esos “cojones” (no sé de qué otra manera decirlo) ya estuvieran presentes de aquella manera en el debut de AIC. Pero lo estaban, y tanto que sí… Lo segundo que me sorprendió, y quizá también lo que más disfruté de esa y sucesivas primeras escuchas, fue comprobar la evolución, el crecimiento y desarrollo que iba de “Facelift” a “Dirt”. Pues efectivamente, si lo que estaba escuchando era un tremendo disco de hard rock/heavy metal con brillantes destellos de originalidad, estaba claro que con el disco que le seguiría la banda había de alcanzar su cumbre creativa explotando y desarrollando al máximo todo aquello que les diferenciaba del resto de bandas de la época, elementos que los hacían originales y diferentes, pero que ya estaban presentes, como una semilla recién germinada y a punto de brotar, en su primer largo. En “Facelift” encontramos el abrumador torrente de voz de Layne Staley, la brutal guitarra de Jerry Cantrell haciendo de auténtico guitar hero, los juegos de voces y las inconfundibles armonías vocales del dúo Cantrell/Staley, los riffs pesados y cortantes y el ambiente oscuro y tortuoso que definen el sonido de AIC, pero el conjunto suena más “clásico” de lo que uno en principio podía esperar después de haberse iniciado con “Dirt”. “Facelift” suena más ligero y es más directo que su memorable continuación, muchos de sus riffs nos suenan conocidos, algunos pasajes sorprenden por su semejanza con otras cosas, las canciones en general son algo menos tortuosas… y no sé cómo explicarlo… pero escuchándolo me venían inesperadamente a la cabeza nombres de algunas bandas de la segunda mitad de los 80 (Faith No More, Guns N’ Roses)... eso es lo que más me sorprendió, tomaban ese sonido que nos había dejado la década anterior para crear algo que sonaba igual pero al mismo tiempo diferente y dar lugar a “Facelift”, el disco perfecto de hard rock/heavy metal para 1990 y punto de partida también de la nueva década y de los cambios que ésta trajo para el rock más pesado… Y en ese aspecto, en esa combinación de sonidos, esa fusión de pasado y futuro… me recuerda también a su coetáneo “Apple”, el genial único trabajo de Mother Love Bone… En fin, creo que me he hecho la picha un lío tratando de explicarme y temo no haberlo conseguido o haber hecho un poco el ridículo… Lo importante al fin y al cabo son las canciones, y si esas tres canciones de inicio antes mencionadas son demoledoras, el disco también tiene vida tras ellas y no hay ni una sola canción de la que uno no pueda disfrutar como un poseso… y así tenemos a “Bleed The Freak”, “I Can’t Remember”, esa especie de inmenso blues torturado y claustrofóbico que es “Love, Hate, Love”, “Put You Down” con su adictivo aire funky, presente ya en algún pasaje de la anterior “Sunshine”, canción que representa a la perfección esa fusión de pasado y futuro que eran los AIC de 1990, “Confussion”, que parece como el ensayo de lo que en “Dirt” sería la enorme “Rooster” o “It Aint Like That” donde ya entran de lleno en ese futuro cercano, como ya sucede en las antes mencionadas “Man In The Box” o “We Die Young”… En fin, que aunque “Dirt” siempre será mi disco favorito de Alice In Chains y también de mis favoritos de aquella década, a “Facelift” no lo tengo en mucha menos estima, con él se empezó a forjar una leyenda que ha dejado el nombre de Alice In Chains grabado para siempre en la historia del Rock and Roll… Y es un disfrute de principio a fin. Como el siguiente documento, por cierto, que aunque algo largo, es para verlo de una sola y disfrutar así de una banda a pleno rendimiento, llena de fuerza y creatividad y a punto de comerse el mundo. También es el reflejo de una época inolvidable para el R’n’R. Señores, con ustedes… ¡Alice In Chains, Live Facelift, Seattle 1990!
Mi primer disco de Alice In Chains fue “Dirt” (1992), vinilo que compré en su día después escuchar ese temazo llamado “Would” en la banda sonora de la película "Singles", y que me pasé un año entero pinchando casi a diario y muy asiduamente durante los años siguientes (en aquella época si para algo utilizaba todo el tiempo libre del que disponía -y era bastante- era para escuchar música)… Claro, estamos hablando de, al menos para quien suscribe, uno de los mejores artefactos surgidos de la prodigiosa década noventera… y en fin, creo que lo que quiero decir es que descubrir a una banda con semejante obra maestra y, visto con la perspectiva del tiempo, también su obra cumbre, no le pone las cosas fáciles al resto de trabajos… Teniendo eso en cuenta, cuando me dirigí a la tienda allá por el año 93 o 94 a hacerme con “Facelift” esperaba disfrutar de un buen o muy buen disco de eso que entonces se llamaba grunge, pero lo que no esperaba era verme tan sorprendido como a la postre me encontré. Y no lo esperaba porque una vez repuesto del choque y el chute que había supuesto “Dirt”, dudaba que el debut que le había precedido pudiera albergar muchas sorpresas. Me equivocaba. Fui doblemente sorprendido: primero por la solidez de todas y cada una de las canciones… aún recuerdo como ese trío inicial formado por la brutal declaración de intenciones de dos minutos titulada “We Die Young”, la absolutamente genial y definitoria de su sonido “Man In The Box” y la adictiva y hard rockera “Sea Of Sorrow” me dejó anonadado y boquiabierto derrumbado sobre el sofá preguntándome si debería darme pellizcos para asegurarme de que lo que estaba experimentando era cierto… porque de verdad no podía creer que ese nivelazo, esa contundencia y esos “cojones” (no sé de qué otra manera decirlo) ya estuvieran presentes de aquella manera en el debut de AIC. Pero lo estaban, y tanto que sí… Lo segundo que me sorprendió, y quizá también lo que más disfruté de esa y sucesivas primeras escuchas, fue comprobar la evolución, el crecimiento y desarrollo que iba de “Facelift” a “Dirt”. Pues efectivamente, si lo que estaba escuchando era un tremendo disco de hard rock/heavy metal con brillantes destellos de originalidad, estaba claro que con el disco que le seguiría la banda había de alcanzar su cumbre creativa explotando y desarrollando al máximo todo aquello que les diferenciaba del resto de bandas de la época, elementos que los hacían originales y diferentes, pero que ya estaban presentes, como una semilla recién germinada y a punto de brotar, en su primer largo. En “Facelift” encontramos el abrumador torrente de voz de Layne Staley, la brutal guitarra de Jerry Cantrell haciendo de auténtico guitar hero, los juegos de voces y las inconfundibles armonías vocales del dúo Cantrell/Staley, los riffs pesados y cortantes y el ambiente oscuro y tortuoso que definen el sonido de AIC, pero el conjunto suena más “clásico” de lo que uno en principio podía esperar después de haberse iniciado con “Dirt”. “Facelift” suena más ligero y es más directo que su memorable continuación, muchos de sus riffs nos suenan conocidos, algunos pasajes sorprenden por su semejanza con otras cosas, las canciones en general son algo menos tortuosas… y no sé cómo explicarlo… pero escuchándolo me venían inesperadamente a la cabeza nombres de algunas bandas de la segunda mitad de los 80 (Faith No More, Guns N’ Roses)... eso es lo que más me sorprendió, tomaban ese sonido que nos había dejado la década anterior para crear algo que sonaba igual pero al mismo tiempo diferente y dar lugar a “Facelift”, el disco perfecto de hard rock/heavy metal para 1990 y punto de partida también de la nueva década y de los cambios que ésta trajo para el rock más pesado… Y en ese aspecto, en esa combinación de sonidos, esa fusión de pasado y futuro… me recuerda también a su coetáneo “Apple”, el genial único trabajo de Mother Love Bone… En fin, creo que me he hecho la picha un lío tratando de explicarme y temo no haberlo conseguido o haber hecho un poco el ridículo… Lo importante al fin y al cabo son las canciones, y si esas tres canciones de inicio antes mencionadas son demoledoras, el disco también tiene vida tras ellas y no hay ni una sola canción de la que uno no pueda disfrutar como un poseso… y así tenemos a “Bleed The Freak”, “I Can’t Remember”, esa especie de inmenso blues torturado y claustrofóbico que es “Love, Hate, Love”, “Put You Down” con su adictivo aire funky, presente ya en algún pasaje de la anterior “Sunshine”, canción que representa a la perfección esa fusión de pasado y futuro que eran los AIC de 1990, “Confussion”, que parece como el ensayo de lo que en “Dirt” sería la enorme “Rooster” o “It Aint Like That” donde ya entran de lleno en ese futuro cercano, como ya sucede en las antes mencionadas “Man In The Box” o “We Die Young”… En fin, que aunque “Dirt” siempre será mi disco favorito de Alice In Chains y también de mis favoritos de aquella década, a “Facelift” no lo tengo en mucha menos estima, con él se empezó a forjar una leyenda que ha dejado el nombre de Alice In Chains grabado para siempre en la historia del Rock and Roll… Y es un disfrute de principio a fin. Como el siguiente documento, por cierto, que aunque algo largo, es para verlo de una sola y disfrutar así de una banda a pleno rendimiento, llena de fuerza y creatividad y a punto de comerse el mundo. También es el reflejo de una época inolvidable para el R’n’R. Señores, con ustedes… ¡Alice In Chains, Live Facelift, Seattle 1990!