Alicia Silva Rey
Sólo cuando los pájaros empezaron a gritar,
me acerqué a tu cama, te toqué la cabeza, el pecho, los pies.Te escuché respirar con fuerza y estremecimientos de dolor.
La bandada gritaba más y más fuerte pero a medida que cobraba altura
se desflecaba el diseño de su desplazamiento,
y los gritos
se contorsionaban una y otra vez en la atmósfera hasta perderse.
La funcionalidad de esas aves negras en lo alto de un cielo
de ventana de hospital me es indiferente y lo menciono
como una incógnita o una inquietud, lejanas.
Un año lúgubre me diste.
"Tartamuda", sí. Habías encontrado
la manera apropiada de restituirme al balbuceo del mundo.