Si creo que Ridley Scott contribuyó a la historia del cine reciente con alguna película, siempre me viene a la cabeza ‘Alien’. Mientras los demás niños alucinaban con Disney, los pasillos de la Nostromo fueron los escenarios de esas largas horas en las que todos dormían la siesta y yo colocaba un sillón frente al televisor. Su ritmo, su montaje, la sensación de angustia que transmitía cada uno de los fotogramas la han convertido en un clásico. Hace menos de una semana me la compré en DVD y estuve ojeando los documentales que te venían y los increíbles escenarios de H. R. Giger, un hombre enganchado a las drogas porque aseguraba tener miedo a las visiones de su cabeza. Sus diseños con un claro componente sexual otorgaron una personalidad a la película (incluso cuando Giger se ha pasado años desde entonces abandonando el contenido “ligeramente sexual” para dibujar una retahíla de penes metálicos) que también se extendió al aspecto de la criatura en sí, un aparato sexual con dientes y sin ojos con una “perfección estructural sólo comparable con su hostilidad”.
De ser “la matanza de Texas” del espacio, pasamos a la visión del siempre eficiente James Cameron, que con sólo seis maquetas de los alienígenas creó una gran película de tintes bélicos. Con sus secuelas, cruces con personajes rastafaris y demás nos quedamos con una cosa: el fracaso en taquilla y la necesidad de seguir haciendo dinero con ellos. De ahí que tras esa “cosa” que fue ‘Alien Vs Predator 2′, se optase por separar de nuevo a las criaturas, hacer varias películas y después, con el paso de los años, volverlos a unir. En el caso de los Depredadores, el director es Robert Rodriguez. Para los Aliens, el papá de todo, Ridley Scott.
Pero llegar hasta aquí no ha sido un camino de rosas. Scott, un director de gran talento y con chispas de genialidad cuando le apetece tenerlas, no podía regresar a la saga que él mismo inició precisamente porque se estaban rodando esos bodrios que he mencionado antes. Luego, cuando se rumoreaban quintas partes y secuelas, el nombre de Ridley Scott empezaba a sonar con fuerza. Pero todas nuestras esperanzas se vinieron abajo cuando Scott anunció que quería entregar el proyecto al novio de su hija. Y unos meses más tarde, con los guiones escribiéndose supongo que dentro de alguna caja fuerte, salta la noticia de que no sólo tendremos al director original tras las cámaras, sino que además tendremos dos precuelas de Alien, rodadas en un riguroso 3D que, si Scott tiene un buen día, puede convertirse en una experiencia más agobiante incluso que la pesadilla que creó hace 25 años. Y además acompaña unas declaraciones sobre uno de los mayores misterios de la saga, el piloto alienígena fosilizado a los mandos de una extraña nave:
“Me sorprende que el público no se haya preguntado de dónde viene este personaje. Ahora, voy a responder a esta cuestión. Para mí, es mucho más interesante una precuela que una secuela. Nunca me pidieron dirigir las secuelas”.
El rodaje de la primera precuela de Alien empezará en Enero del 2011, y pronto comprobaremos cómo le ha sentado a Sir Ridley Scott el paso de los años sobre su genialidad y talento. Lo he dicho otras veces y no soy el único que lo piensa: Haga lo haga (incluso una obra maestra) habrá un amplio sector del público que le critique. De hecho ya lo hacían cuando insinuaba dejar a su yerno la dirección de Alien argumentando que el chico sólo había hecho anuncios de televisión hasta el momento.
Pocos se han parado a pensar que si le hubieran puesto las mismas pegas al propio Scott en su momento, hoy no estaríamos hablando de esta noticia.