Alima: Cómo vivir sin aire
Inspira profundamente con todos los músculos de su cuerpo como si cada respiración fuese la última. Y es que quizá lo sea.
Alima moviliza todos los músculos de su cuerpo en cada inspiración para poder coger el máximo aire posible. Cada respiración es una batalla ganada, un aliento de aire para prepararse para la siguiente inspiración. La batalla no para. La muerte acecha robando el aire, cerrando las vías respiratorias.
Alima llega al hospital agotada, lleva demasiado tiempo luchando contra la muerte en cada respiración. Sus bronquios están obstruidos y necesita todo el esfuerzo de los músculos de su cuerpo para hacer entrar en los alvéolos pulmonares el aire necesario para oxigenar los tejidos de su cuerpo. Y lo está consiguiendo. Pero se encuentra cada vez más extenuada. Y en este partido no hay descanso, no hay tiempo muerto. La bronquitis acecha. En cada respiración se le dibujan las costillas en el pecho, muestra del esfuerzo de los músculos para abrir todo lo posible la caja torácica y poder expandir al máximo los pulmones.
Ha llegado al hospital. Podemos y debemos actuar. Salbutamol, una medicación para abrir los bronquios. Hidrocortisona, corticoides para combatir la inflamación. Y oxígeno. El aire preciado, el aire que da vida, el oro en forma gaseosa. Oxígeno, un recurso escaso en los hospitales rurales como Gambo debido a su elevado precio.
Exprime sus pulmones tatuando el reborde de cada costilla en su negra piel. Uno, dos, uno, dos, uno, dos…
Los músculos intercostales, subcostales se están extenuando.
Con todas sus fuerzas extiende el cuello hacia el infinito, intentando inhalar la mayor cantidad de oxígeno posible, exprimiendo el horizonte. Pero de poco sirve.
Los bronquios se encuentran colapsados, aquí radica el problema, el aire con oxígeno se desliza con dificultad silbando durante cada inspiración.
Le cuesta respirar, pero tenemos escasez de oxígeno. Estamos comentando que tenemos nueve niños que necesitan oxígeno y tenemos solo dos concentradores de oxígeno y cilindros de oxígeno que se están vaciando.
Tenemos que calcular todos los que necesitan oxígeno y priorizar entre los que están más graves. Es una situación muy dramática. Hace falta conseguir más concentradores para no tener que racionar tanto el oxígeno.
Cuando se va la luz nos vemos obligados a poner el generador de fuel que es la ruina económica. La alternativa son los cilindros de oxígeno, el problema es que tan solo se pueden rellenar en la capital y también es muy costoso el transporte de las pesadas bombonas.
Mientras tanto, niños como Mikaeli siguen luchando por conseguir aire.
Debemos priorizar a los niños y adultos que más lo necesitan. En cuanto mejoran los retiramos para beneficio de los que han empeorado.
Queremos que historias como las de Alima no se vuelvan a repetir nunca más.
Para ello estamos trabajando conjuntamente con el Ministerio de Sanidad de Etiopía y contribuyendo al desarrollo e implementación de programas sanitarios para cambiar esta realidad.
Se estima que en Etiopía 280.000 niñas y niños menores de 5 años morirán por neumonía.
Podemos evitarlo.
El el primer foro mundial sobre neumonía infantil que se celebra estos días en Barcelona nos informan y alertan :
«Las muertes infantiles a causa de la neumonía se concentran en los países más pobres del mundo, y quienes más lo sufren son los niños más marginados y vulnerables. Si se mantienen las tendencias actuales, tres millones de niños menores de cinco años podrían morir por neumonía entre 2020 y 2030. Durante la próxima década, se estima que lo más probable es que el número de muertes sea mayor en Nigeria (1,4 millones), India (880.000), República Democrática del Congo (350.000) y Etiopía (280.000).
Las intervenciones sanitarias encaminadas a mejorar la nutrición, proporcionar antibióticos, aumentar la cobertura de vacunación e impulsar la lactancia materna – todas ellas medidas clave que reducen el riesgo de muertes infantiles por neumonía – podrían también prevenir millones de muertes de niños a causa de enfermedades como la diarrea (2,1 millones), sepsis (1,3 millones) y sarampión (280.000).»
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