All The Colors Of The Dark: El giallo y su aproximación al ocultismo

Publicado el 17 junio 2014 por Fantomas

“Tutti i colori del buio” (1972), es un giallo del director Sergio Martino, el cual está protagonizado por Edwige Fenech, George Hilton y Susan Scott.

Jane Harrison (Edwige Fenech) vive en Londres con Richard Steele (George Hilton), su novio. Lamentablemente para ella, desde hace algún tiempo ha estado teniendo cruentas pesadillas, las cuales están influenciadas por el asesinato de su madre ocurrido hace ya varios años, y por un accidente reciente que provocó que perdiera el bebé que estaba esperando. Mientras que Richard cree que la solución para el problema de Jane es el consumo de vitaminas, su hermana Barbara (Susan Scott) le recomienda que consulte a un psicoanalista. Sin embargo, influenciada por una misteriosa vecina llamada Mary (Marina Malfatti), Jane termina asistiendo a una misa negra, lo que desencadenará lo que parece ser su lento descenso a locura.



De las cinco películas que el director italiano Sergio Martino filmó entre 1971 y 1973, probablemente “Tutti i colori del buio” es la más interesante de todas. Y es que a diferencia del resto de los films que comprenden dicha etapa del director, la cual está conformada por “Lo strano vizio della Signora Wardh” (1970), “La coda dello scorpione” (1971), “Il tuo vizio è una stanza chiusa e solo io ne ho la chiave” (1972) y “Torso” (1973), esta producción en particular escapa de los típicos cánones del giallo para inspirarse en la exitosa cinta de terror psicológico “Rosemary´s Baby” (1968), del director Roman Polanski. Tras ver el film del cineasta polaco, Martino se propuso confeccionar un giallo que tuviese una clara relación con el mundo del ocultismo, para así darle nueva vida a un género que se estaba quedando falto de ideas. Con esto en mente, el director se acercó al guionista Santiago Moncada, quien previamente había trabajado con Mario Bava en la cinta “Il rosso segno della follia” (1970), con el fin de escribir una historia que se adaptara a la peculiar idea que él tenía en mente. Dicha historia posteriormente sería adaptada por la dupla conformada por Ernesto Gastaldi y Sauro Scavolini, quienes para ese entonces ya se habían convertido en colaboradores habituales de Martino.

Tras una introducción consistente en una pesadilla en la cual conviven una mujer embarazada lista para dar a luz, una escalofriante anciana vestida como si fuese una niña, una mujer desnuda sobre una cama la cual intenta defenderse del mortal ataque de un psicópata de intensos ojos azules, y la secuencia en negativo de lo que parece ser un accidente automovilístico, aparece Jane, la sufrida protagonista que actualmente está cursando un cuadro de depresión causado por la pérdida del niño que llevaba en su vientre, luego de protagonizar un accidente de tráfico causado torpemente por su pareja Richard. Como si esto fuera poco, Jane además tiene que cargar con el trauma del inexplicable asesinato de su madre, el cual ocurrió cuando ella y su hermana Barbara eran tan solo unas niñas. Todo esto le ha provocado una serie de pesadillas cada vez más vívidas, que han influido directamente en su relación de pareja, y la han convertido en una persona solitaria cuyo único contacto fuera de su hogar es su hermana Barbara. Preocupada por la situación, Jane no solo accede a tomar unas vitaminas que le ha estado dando Richard, sino que además ante la insistencia de su hermana, acepta visitar al Doctor Burton (George Rigaud), un psicoanalista que asegura que puede ayudarla a solucionar su peculiar problema. Sin embargo, ante la aparición de un hombre idéntico al que habita en sus sueños (Ivan Rassimov), el cual parece seguirla a donde quiera que vaya, Jane no tiene más remedio que adoptar una medida extrema para resolver su delicada situación; influenciada por su nueva vecina Mary, Jane accede a participar en un ritual satánico cuyas consecuencias irán más allá de todo lo que ella pudo haber imaginado, convirtiendo su vida en un verdadero infierno.



Tal y como sucede en la ya mencionada “Rosemary´s Baby”, en el film de Martino la protagonista es una mujer que experimenta un estado de paranoia constante provocado por sus vivencias personales y por determinados hechos que han estado ocurriendo a su alrededor, lo que ha gatillado su cada vez más marcado aislamiento del resto del mundo. Al mismo tiempo, la inclusión de un embarazo como evento detonante del frágil estado psicológico de Jane, la insinuación de que su pareja Richard no es de fiar, la presencia de un culto satánico cuyos rituales están marcados por el sexo y la sangre, y la constante sensación de claustrofobia a la que es sometida la protagonista, son otros de los paralelos que se pueden trazar entre “Tutti i colori del buio” y la ya clásica cinta de Polanski. Con respecto a esto último, llama la atención como Martino retrata la sensación de claustrofobia y aislamiento que experimenta Jane, ya sea mediante el uso de primeros planos cuando ella se encuentra al interior de determinados escenarios cerrados, o de planos abiertos cuando ella está en medio de escenarios urbanos, los cuales por lo general son filmados detrás de diversos objetos para así crear la ilusión de que ella está siendo constantemente observada. Cabe mencionar que todo esto es complementado con el uso de peculiares ángulos de cámara, y por una edición por momentos realmente frenética. Gracias a esto, Martino convierte a “Tutti i colori del buio” en una pesadilla surrealista, lo que le permite jugar con las expectativas del espectador quien al igual que Jane, le resulta difícil distinguir la fantasía de la realidad.

Algo que sin lugar a dudas logra cimentar el cariz surrealista que posee el film, es el hecho de que la mayoría de las muertes que presenta “Tutti i colori del buio” suceden fuera de pantalla, o bien acontecen dentro del contexto de un sueño. A raíz de esto, los únicos asesinatos verificables son aquellos cometidos por Jane o por Richard, lo que no solo le otorga una ambigüedad inusitada a la cinta, sino que además provoca que esta resulte ser bastante menos sangrienta que el promedio de los giallos. Afortunadamente, Martino compensa la falta de violencia gráfica con diversas escenas de desnudo de la magnética Edwige Fenech, y con un par de secuencias realmente efectivas, entre las que se encuentran la ya mencionada secuencia de la pesadilla constante de Jane, y aquellas que se centran en los rituales satánicos liderados por el oscuro personaje interpretado por Julián Ugarte. Con respecto a dichos rituales, estos no solo quedan grabados en la retina del espectador por presentar a una serie de personajes repulsivos reunidos en torno al cuerpo desnudo de la protagonista, quien no puede ocultar su desagrado y su temor una vez que el líder de la secta se abalanza sobre ella, dando inicio a una grotesca orgía cuyo supuesto objetivo es librar a Jane de la frigidez y la sensación de paranoia que ha provocado un serio quiebre en su relación con Richard y con el resto del mundo, sino que además una de estas secuencias incluye el asesinato ritual de un pequeño perro, escena que rápidamente se convierte en una de las más escabrosas de todo el film.



Resulta evidente que el film no tendría el impacto que posee si no fuese por la correcta labor del elenco participante. Edwige Fenech no solo se destaca por su innegable belleza y su desbordante sensualidad, sino que además por su capacidad de expresar de manera realista la sensación de pánico y desconcierto que siente su personaje cuando se da cuenta que es incapaz de distinguir que es real y que es producto de su volátil imaginación. El actor de origen uruguayo George Hilton por su parte, aun cuando su personaje solo obtiene unos pocos minutos de pantalla, logra interpretar de forma convincente a un hombre que no es del todo sincero con su pareja, lo que provoca que inevitablemente el espectador sospeche de sus verdaderas intenciones con Jane. Quien obtiene un mayor protagonismo en el film es Ivan Rassimov, quien interpreta a un misterioso hombre de penetrantes ojos azules que comienza a acosar a Jane sin motivo aparente. Pese a no tener muchas líneas de diálogo, Rassimov se alza como una presencia amenazante que provoca un gran impacto en el relato. En cuanto al aspecto técnico de la cinta, uno de los elementos más memorables de “Tutti i colori del buio” es el trabajo de fotografía de Miguel Fernández Mila y Giancarlo Ferrando. El trabajo de cámara se nutre constantemente de la belleza de los escenarios londinenses, al mismo tiempo que es el gran responsable del suspenso y los tintes surrealistas que presenta el relato. Todo esto es complementado por la atmosférica banda sonora del compositor Bruno Nicolai, la cual además cumple con realzar el tono psicodélico que domina algunos pasajes del film.

Si bien se podría argumentar que “Tutti i colori del buio” no es precisamente un giallo debido a la ausencia de algunos elementos visuales/narrativos característicos del género, como por ejemplo la presencia del clásico asesino enguantado, es innegable que el film de Martino conserva otros como el misterio, la paranoia, el erotismo, y la participación de un testigo ocular, el cual está encarnado en la figura de la inestable Jane. De hecho, el acto inaugural de la trama establece que Jane presenció cómo su madre fue asesinada, lo cual posteriormente es yuxtapuesto con la poca fiabilidad que ella posee como testigo. Y es que muchas de las situaciones que son exhibidas en la pantalla han sido filtradas y deformadas por la percepción personal de la protagonista, lo que provoca que gran parte de ellas no logren ser aceptadas como una certeza absoluta por el espectador. Probablemente el mayor problema de “Tutti i colori del buio” es la resolución del misterio que se esconde tras la peculiar situación de Jane, la cual no solo se siente algo apresurada, sino que además resulta algo tramposa y ambigua. Pese a esto, el film de Martino se alza como una entrada interesante dentro del género del giallo, gracias a la particular mezcla de elementos que posee la trama, a su dinámico ritmo narrativo, a su maravilloso aspecto visual, y a la presencia de una protagonista incapaz de distinguir si su sufrimiento es causado por los hombres que la rodean o por el mismísimo Diablo.



por Fantomas.