Allyson Felix, exultante, con la bandera de Estados Unidos.
Tiene la misma sonrisa de Marion Jones, por la que se enamoró del atletismo y por la que se sintió decepcionada cuando supo que su héroe había hecho trampas, que había coqueteado con el dopaje. Allyson Felix (Los Ángeles, 1985) lucha por el éxito limpio, por eso se ha llegado a apuntar como voluntaria en un programa de controles de la AMA (Agencia Mundial Antidopaje). Felix voló bien alto en el Estadio Olímpico de Londres en la final de 200 metros, cumpliendo las expectativas que la señalaban como la gran favorita. Venía de hacer 21'69 segundos en los trials de Eugene, en Estados Unidos, la mejor marca en 14 años. Y tras ser plata en Atenas 2004 y Pekín 2008, siempre detrás de Veronica Campbell-Brown, Allyson Felix, a la tercera, se colgó el oro olímpico en con un final digno de su clase, con 21'88. Superó a la propia Campbell-Brown, cuarta y fuera del podio, y a Shelly-Ann Fraser-Pryce, plata (22'09) y que aspiraba lograr otro oro tras el de los 100 metros. El bronce fue para Carmelita Jeter (22'14), que no pudo estar más acertada en su valoración sobre la vencedora: “Ha sido muchas veces dama de honor. Ya le tocaba ser la novia”.
“Llevamos muchos años esperando este momento, ocho años”, dijo con una gran sonrisa Allyson Felix: “He trabajado mucho para lograrlo”. Tan grande era su ilusión por llevarse el oro olímpico que en Berlín, después de lograr su tercer oro en un Mundial, se giró hacia Campbell-Brown y, delante de los periodista, fue sincera: “Cambiaría mis tres Mundiales por uno de tus oros”. A Allyson Felix, quinta en la final de los 100 metros para los que llegó justo y tras renunciar Jeneba Tarmoh a un desempate por la última plaza en los Juegos. “Sabía que me merecía más que el bronce”, explicaba Allyson Felix en un reportaje sobre su resultado en el Mundial de Daegu, en el que perdió su corona en los 200. Ahora ya tiene el oro olímpico por el que tanto ha insistido y aspirará a dos más en los relevos. Después llegará un merecido descanso para ir en bici, jugar a bolos y correr un rato, sin los agobios del cronómetro, con su perrito Chloe.