Almas de animal.

Publicado el 25 septiembre 2010 por Francissco

Ratones de laboratorio, no.

Nuestra querida Unión Europea, a quien pagamos parte de nuestros impuestos, piensa velar por nuestras almas concediéndoles algo similar, al parecer, a los ratoncitos de laboratorio y a los primates.  Dispuesta a ello, ha endurecido las restricciones para experimentar con los bichos las medicinas y sustancias que luego podrían curarnos a nosotros (Gracias por poner el enlace en el Feisbu, Vincent Vega)  Se trata, por lo visto, de “evitarles sufrimientos innecesarios”, ay, ay, ay,  santo dios de la merced, que me caigo de espaldas.

Ya de entrada, servidor opina que la prioridad de investigar sobre la salud de las personas es absoluta y debería primar sobre cualquier tipo de consideración que se quisiera tener con los animalillos. Basta ser consciente  -y no quiero hacer la más mínima demagogia sobre el tema-  de la situación vital  que arrastran millares de ciudadanos con enfermedades, a día de hoy y por desgracia, todavía incurables. Esta es una tortura que se extiende con frecuencia a sus familiares, como bien sabemos, una situación muy dura y que no se merece nadie. Punto y pelota.

Pero es dificil ser consciente de ello si enfocas tu mirada hacia otro sitio, tal y como hace Fabiola Leyton (con nombrecito, por cierto, de señora burguesona del té de las de Agatha Christie)

Esta buena dama que, entre pastita y pastita dirige la ONG  ”AnimaNaturalis” y ha logrado colarse en un comité de bioética, ignora alegremente  -al igual que sus amigas del té-  el sufrimiento de la enfermedad humana. Así se explica que afirme lo siguiente: “Estos animales sufren, por las pruebas y las condiciones de aislamiento en las que están; esto les genera angustia y miedo”.

Aay, Mari Puri, que drama, dios mío. Acabáramos, pues. Pidamos entonces a las personas con dolencias graves que tengan paciencia y se sacrifiquen. Que sepáis, enfermos ingenuos,  que los ratones y monos no son simples objetos biológicos,  sino sujetos con derechos equiparables a los nuestros y, por lo tanto, sus huesitos son intocables. Que daréis pena con vuestras dolencias, pero valéis lo mismo que un humilde monito.
En fin, para que veamos, los agnósticos, a que alturas filosóficas conduce el financiar algunas OngS, marcando la casilla esa.  Desde luego, si no fuera por el drama humano daría risa pero lo que te entra son arcadas…

Habrá que parar parte del calendario investigador en el 2010  -en lo que es un auténtico ataque de imbecilidad-   y decir adiós a los avances médicos, esperando que los desarrollen en China y Japón, lugares desde donde  -al no tener esos escrúpulos-   mandarán  a todos nuestros licenciados e investigadores a la cola del Inem, al deslocalizarse las investigaciones. Porque está claro que las farmacéuticas no van a parar…

Aquí, mientras tanto y a causa de las recientes restricciones legales, deberemos contentarnos con los “métodos alternativos no invasivos”, una cursilada y un canto a la ignorancia, vamos. Consiste en la pretensión de sustituir con simulaciones informatizadas la inmensa complejidad que ya te ofrece un ser vivo, algo imposible hoy por hoy de todas todas, según los científicos. La proteómica, pej, ciencia del plegado de proteínas, aún está en mantillas.

Investigar con animales ha sido una bendición. Los espléndidos logros de la medicina preventiva, la erradicación de muchas enfermedades infecciosas y el control o abatimiento de la peligrosidad de muchas otras, son consecuencia directa de la experimentación en criaturas vivas, con perdón de las almas sensibles (lo son para esto, claro, porque para otras cosas…) La esperanza de vida humana se ha multiplicado en este siglo de medicina científica. Pero no es sólo la duración de la vida lo que ha mejorado, sino también su calidad.

Pero a lo que parece, estas organizaciones “animalistas” (sic) están pegando fuerte. Para prosperar en el Occidente alelado que ellas desean, mucho me temo que habremos de volvernos epistemológicamente relativistas, como los jainitas hindúes y asumir que los animalejos tienen una especie de alma, cosa en la que creo que coinciden con una disposición del extinto Juan Pablo II (los ¿extremos? se tocan) A retozar, pues, con el Ratoncito Perez en igualdad de estatus.

Un saludete. Con mi hámster al lado mandando en casa, ale.