Así suele empezar una época de búsqueda, de comparativas y de "¡¡Ay por dios, qué sitio tan chulo, yo me quiero quedar ahí!!" o de "Con lo bonito que es por fuera y lo veo por dentro y duermo ahí ni aunque me paguen", por no hablar de esos que parecen que con solo entrar en la web ya te están haciendo un cargo en la tarjeta, los del tipo "Caro o Muy caro". Lo que solemos buscar son lugares pequeñitos y acogedores, a donde nos apetezca volver después de un (normalmente) largo día de turismo.
Durante nuestro viaje a la Alsacia, encontramos uno de estos sitios. Buscábamos un alojamiento que estuviera relativamente a poca distancia de los lugares a visitar, de manera que todo nos quedara más o menos "equidistante". Y este lugar lo encontramos en La Maison d'Emilie, situada en Pffafenheim, un pequeño pueblo en medio de la Alsacia, y muy cerca de Colmar.
Pffafenheim en sí no es un lugar en el que pararías en tu ruta turística, la verdad. Es un pueblito pequeño, con encanto por eso mismo, una bonita iglesia y sus viviendas en torno a ella. Pero poco más. Eso sí, tienen su propia cooperativa vinícola a la que puedes ir a catar los distintos vinos de la zona y justo a la entrada del pueblo una fábrica de chocolate que si bien no pudimos visitar, sí tienen una bonita y olorosa tienda para darte un caprichito, como, por ejemplo, chocolate negro con virutitas de jengibre...ñam. Ahí lo dejo.
La "maison d'hôtes" tiene 5 habitaciones aunque cuando nosotros estuvimos 2 de ellas estaban en construcción en otro edificio, una especia de granero. Mantiene parte de su estructura original del siglo XVII aunque adaptada al uso actual. Así, te puedes encontar aún la madera original y muros de piedra en algunas zonas de la casa. Además, un pequeño salón y una cocina comedor donde cada día desayunábamos productos caseros hechos por el propio Guillaume (el dueño junto con Emilie) quien, además, un par de veces por semana, cocina para los huéspedes, previa reserva, platos alsacianos muy ricos.
Nuestra habitación era la Bergamote, con 2 niveles, así que en la parte baja teníamos un saloncito y el baño y en la parte alta, las camas. Eso sí, para bajar daba un poco de vértigo porque la escalera era bastante empinada y de escalones estrechos, así que yo prefería bajar "a lo Estela Reynolds" (de espalda, pero sin decir tacos).
La Maison d'Emilie tiene mucho encanto, un ambiente un tanto rural y muchas comodidades, así como una atención exquisita por parte de los dueños. Si te estás planteando un lugar donde quedarte en la Alsacia, no dejes de echarle un vistazo. No te arrepentirás.