¿Qué pasó el pasado 25 de marzo, qué sucedió paraque no sucediera lo que tantas encuestas nos había vaticinado que iba a sucederinevitablemente? La famosa servilleta de Arriola convertida en una pelotaarrugada. Comencemos por las encuestas. Y hablar de encuestas es como comprarseun piso nuevo, hay que hablar mucho, pero mucho, de la cocina. Ahora, a toropasado, nos cuentan que la encuesta del CIS sin cocinar acertó de pleno, que loclavó, dicen los analistas más sesudos. He vuelto a repasar los datos de esaencuesta y no he encontrado por ningún lado los números que se produjeron el25M. A estas alturas, tengo la impresión de que realizar encuestas es comopredecir el parte meteorológico: son ciencias inexactas, que permiten el falloo no acierto de sus profesionales. Lo que sí nos ha dejado claro este 25M, comosiempre en Democracia, es que la única “encuesta” real, la verdaderamentefiable, es abrir las urnas y contar los votos, sobre todo aquí en Andalucía.Basta revisar la hemeroteca o hacer memoria. En 1996 hasta cinco encuestasvaticinaron una holgada victoria de los Populares, y que fue holgada,ciertamente, pero a favor del PSOE. En 2008, apenas lo recordamos, otrasencuestas adelantaron un cómodo y relajado triunfo socialista, que pasó a serun incremento más que considerable del PP, que acabó adueñándose de los cincoescaños perdidos por los andalucistas. Y es que tengo la impresión, en todo lorelativo a la intención de voto, de que ciertas percepciones, motivaciones o deseosno se pueden interpretar científicamente.
¿Qué pasó el pasado 25 de marzo, qué sucedió paraque no sucediera lo que tantas encuestas nos había vaticinado que iba a sucederinevitablemente? La famosa servilleta de Arriola convertida en una pelotaarrugada. Comencemos por las encuestas. Y hablar de encuestas es como comprarseun piso nuevo, hay que hablar mucho, pero mucho, de la cocina. Ahora, a toropasado, nos cuentan que la encuesta del CIS sin cocinar acertó de pleno, que loclavó, dicen los analistas más sesudos. He vuelto a repasar los datos de esaencuesta y no he encontrado por ningún lado los números que se produjeron el25M. A estas alturas, tengo la impresión de que realizar encuestas es comopredecir el parte meteorológico: son ciencias inexactas, que permiten el falloo no acierto de sus profesionales. Lo que sí nos ha dejado claro este 25M, comosiempre en Democracia, es que la única “encuesta” real, la verdaderamentefiable, es abrir las urnas y contar los votos, sobre todo aquí en Andalucía.Basta revisar la hemeroteca o hacer memoria. En 1996 hasta cinco encuestasvaticinaron una holgada victoria de los Populares, y que fue holgada,ciertamente, pero a favor del PSOE. En 2008, apenas lo recordamos, otrasencuestas adelantaron un cómodo y relajado triunfo socialista, que pasó a serun incremento más que considerable del PP, que acabó adueñándose de los cincoescaños perdidos por los andalucistas. Y es que tengo la impresión, en todo lorelativo a la intención de voto, de que ciertas percepciones, motivaciones o deseosno se pueden interpretar científicamente.