En China, al igual que en Europa, existió un rico mundo de alquímico: es el conocido arte de la transformación. Éste es la extensión natural de la interpretación china del mundo.
Como sus propios ideogramas reflejan, la cultura china siempre ha tendido a organizar su mundo en categorias, a priori sencillas, pero realmente complejas cuando se profundiza en sus conceptos. El mundo queda divido en tres partes: cielo, tierra, hombre.
Las tres esferas, se interrelacionan, así como decía Confucio, la poesía era el medio más sabio para conocer el mundo natural. Semejante atisbo de conocimiento solo lo alcanzó Confucio, ya que los humanos en general, no perciben la unidad de las tres esferas. Solo se percibe los cambios que cada esfera ejerce en las demás. Así, el movimiento planetario, las acciones humanas y los fenómenos naturales, se utilizaron a lo largo del imperio chino, en fabulosas construcción adivinatorias.
Dentro de estas esferas no obstante, hay elementos.
Éstos se crean por la existencia del opuesto; es decir, Yin y Yang. Esta subinterpretación de los elementos que componen el mundo en forma de opuestos, tiene una larga tradición. Un hallazgo en una tumba neolítica del V milenio antes de Cristo revela un atisbo de dibujo que forma un Yin Yang primitivo. Se trata de dos conchas que opuestas al tiempo que unidas que vendrían a representar dos animales: el dragón azul y el tigre blanco, que representan miticamente el Yin y el Yang. De hecho la primera sistematización del espacio se representa por cuatro animales: el dragón azul, el tigre blanco, el pájaro rojo y la tortuga negra, que representan el este, oeste norte sur, la primavera, verano otoño e invierno.
Todas estas fuerzas que se relacionan por oposición se integrarán a posteriori en cinco grupos: madera, fuego, tierra, metal y agua que se situarán dentro del esquema como el centro de las cuatro partes simbolizadas en los animales. Los elementos son además energías que van evolucionando, al tiempo que evoluciona el hombre, de hecho su esencia es en realidad el cambio.
Ésto último nos lleva a la pasión china por la alquimia. Si los elementos se oponen al tiempo que evolucionan, la creación de materia es dual, tiene dos caracteres. La alquimia china parte del hecho de que esta dualidad está representada en el cuerpo humano, que es una representación en miniatura del comos y entiende además que la materia cambiante puede transformase de yin a yang y viceversa, de pobre a rico, de plomo, a oro.
No obstante la obsesión de los chinos por producir riqueza a base de metales más pobres duró poco, y pronto se centró en la interpretación dual del microcosmos humano, buscando como meta, la curación. Y quizás aquí está la contradicción. La sustancia más noble, incorrupta, es el oro. Si se introduce oro en el cuerpo humano en grandes cantidades, éste por oposición de fuerzas acabaría volviendo al cuerpo incorrupto.
Por lo tanto la alquimia china va más allá. Pretende conforme pase el tiempo, convertir al hombre en inmortal a través del oro: el mito de la piedra filosofal. El primer emperador de China Quing Shii Huangdi, era un ferviente creyente de este mito, y a lo largo de su reinado, protegió a muchos alquimistas. Tanto, que al final de sus días, obsesionado por el fantasma de la traición, buscó con desesperación la vida eterna, acabando con una muerte por intoxicación de metales preciosos.
La muerte del gran Quing Shi Huangdi, no acabó con las expectativas de los sucesivos emperadores que protegieron fervientemente la alquimia. Y lo consiguieron ya que hoy día ésta a sufrido una fuerte renovación e impulso, tanto, que muchos sinólogos, han visto en ella, el inicio de la metodología científica moderna. No obstante su estudio es complejo. Su tratado más antiguo el Can tong qui, traducido como Compuesto de las tres comuniones, del siglo II d.C.que es la clave de la alquimia china, nunca ha podido ser traducido a ningún idioma no oriental, porque es un auténtico rompecabezas, y porque literalmente, su interpretación es demasiado compleja. Quizás su autor, Wei Boyang se llevase su sabiduría a la tumba, o como se pensaba en la época, su alma abandonó su cuerpo tornándose al fin y al cabo en lo inmortal.