Pero la noche me alcanzó al km 33, el viento empezó a soplar más fuerte y viendo que no tenía muchas opciones, decidí acampar detrás de...
una garita policial deshabitada. Cuando terminé de armar la carpa y acomodar todos los bártulos viajeros ya era de noche. El viento movía la carpa y generaba sonidos que yo confundía con pasos, con voces: todo aquello me producía una intranquilidad que recién comenzaba a descubrir. Intenté leer, conciliar el sueño, escuchar música, acomodar las alforjas... pero al principio nada me terminaba de tranquilizar. Entonces siento un ruido más fuerte y asomo mi cabeza fuera de la carpa. Una luz iluminaba intensamente la garita y automáticamente pensé "listo, acá me rajan por ocupar propiedad policial". Así que salí y me encontré una sorpresa: una tremenda luna llena aparecía entre la montaña. Y vaya a saber por qué razón, su luz me tranquilizó. Volví a la carpa y pude dormir, todavía incómodo, pero dormido al fin.
Día seisLuego de levantar campamento y subirme a los pedales frené a desayunar en el parador del Cóndor, a pocos km de la Quebrada del Condorito. El avistaje de estas maravillosas aves quedaría para una futura vuelta. Me quedaban 105km para llegar a Córdoba, los cuales en bajada se hacen más que fáciles. Se atraviesan varios lugares dignos de visitar en Punilla, como Icho Cruz, Mayu Sumaj, San Antonio de Arredondo, Cuesta Blanca y Carlos Paz. Finalmente, llegué a Córdoba Capital a las 19hs, luego de recorrer casi 385km. Es una vuelta más que recomendable para quienes tengan deseos de subirse a la bici y pedalear un par de días entre ripio y aslfato, entre montaña y buena gente, entre historias y cantares pajareros.
Espero que hayan disfrutado la lectura de este recorrido tanto como yo el haberlo pedaleado. Muchas historias más llegarán durante el año, ojalá nos sigamos encontrando en el camino. Abrazo viajeros y cuenteros!