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¿alternativas para una jubilacion feliz en españa?

Publicado el 23 febrero 2020 por Johnny Zuri @johnnyzuri

¿Quieres ser una persona feliz jubilada? ¿Hay alternativas para una JUBILACION FELIZ? ¿Sabes cuantos años cotizados se necesitan para jubilarse?

Qué rentabilidad vas a solicitarle a los mercados, qué peligros deberás aceptar y de qué manera administrarlo todo para tener una jubilación feliz. Si está dentro de tus posibilidades ten un buen Consultor Financiero, aunque también puedes recurrir a simuladores para localizar en las páginas de las entidades de finanzas cuál va a ser el instante de escoger el vehículo financiero que, en concepto de comisiones, operativa, posibilidades de rentabilidad y fiscalidad, sea el más eficaz para la etapa en la que te hayas hoy en día. Una de las cosas que se suelen hacer para garantizarse una mejor jubilación es recurrir a Fondos de inversión con mayor rentabilidad

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Si eres una persona ahorradora con un suelo medio y más de cuarenta y siete años empieza a consultar a un profesional cuál es el mejor medio para prepararte de cara a la jubilación. El optar por planes de pensiones o bien por fondos e incluso ETFs es una resolución más relacionada con incentivos fiscales y de liquidez que financiera. Podemos debatir si en la actualidad está la cosa más entre la administración activa y la administración pasiva. Creo que los dos géneros de administración tienen sentido en una cartera. Hay zonas geográficas como USA donde tener un corte a administración pasiva es mejor, al tiempo que en otras zonas geográficas como Europa es mejor tener gestores activos.

Mucha gente opta por formar una cartera diversificada de valores internacionales de dividendos, pueden ser españoles. Las situaciones internacionales podrían incentivar una filosofía de dividendo sustentable y creciente pero ¿cuales están en coste para empezar a internacionalizar? El paso siguiente de quien ya sabe cómo funciona la bolsa de España sería el salto a bolsa europea.

Estamos en un escenario de géneros de interés mínimos y la rentabilidad neta de impuestos debería, cuando menos, ser igual que la inflación que tengamos desde este instante hasta nuestro fallecimiento, si no deseamos perder poder adquisitivo.

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Si eres un inversor muy decidido o bien deseas invertir a larguísimo plazo, vas a tener una rentabilidad aguardada superior en tanto que vas a poder aceptar mayores riesgos. Si, al contrario, deseas aceptar poquísimo peligro, vas a deber admitir una rentabilidad diferente.

Mis consejos son:

  • Realiza un plan para el futuro

  • Pregunta a un Consultor Financiero

  • Sé consciente de que la Pensión Pública no será suficiente

  • Comienza a ahorrar a la mayor brevedad

  • Crea un recibo mensual en tu cuenta. Planea aportaciones periódicas

  • Acepta que la inflación es el contrincante a batir

  • Comprende que los mercados financieros son tu aliado para hacer el plan

  • Diversifica tus inversiones

  • No entres en pavor y respeta el horizonte temporal de tu inversión

Cumpliendo estos puntos y teniendo claro que la cultura del ahorro es la mejor forma de hacer frente a ese futuro dudoso, podemos quedarnos un poco tranquilos. Lo cierto es que cuanto antes seamos conscientes de la realidad, ya antes nos vamos a subir al carro de los retirados felices. La edad adulta es un periodo de la vida que se comienza en la década de los veinte y se alarga hasta la vetustez.

En este camino, la persona acostumbra a atravesar diferentes crisis: las décadas de los treinta y los cuarenta, y el paso cara a la vetustez. Jubilación, programas educativos de adultos, educación y desarrollo, actividad de tiempo libre, vejez… Más que delimitar la edad adulta, hay que pensar en la vejez. Y es que hay varias crisis muy claras: la «crisis de la tercera década», la «crisis de la cuarta década» y el paso a la vejez. 

La pérdida de la juventud, la minoración de las capacidades físicas, probar las primeras pérdidas de progenitores, hermanos y amigos, el síndrome del «nido vacío», no son sino causas de lo que subyace en el paso cara a la vejez: el temor.

Se ha nominado a este proceso con diferentes acepciones: «edad dorada», se usa el eufemismo «tercera edad», «adultos en plenitud» y «edad de retiro», entre otros muchos.

Para helenos, chinos, judíos, nipones, romanos y las etnias prehispánicas, la vetustez traía aparejada la virtud de la prudencia. Pero en los tiempos que transcurren la se considera de mal gusto y, consecuentemente, muchos se resisten a llegar a viejos. La vetustez «desaparecerá» y solo van a morir cuerpos «jóvenes», operados, inyectados, implantados. En verdad, en muchas sociedades el principio de la vejez se marca con un criterio socioeconómico; o sea, en el instante de la jubilación, que se reconoce como la etapa de la inactividad económica.

No tenemos tiempo para meditar en los atributos de la vetustez, ni para lamentarnos o bien compadecernos del pasado. Que la persona aprenda una nueva relación entre ella misma y la sociedad, al llegar a la vetustez, es labor educativa. Hay algunas teorías que explican la relación entre la adaptación y el ajuste personal a situaciones propias de la vetustez. La jubilación acostumbra a ser el símbolo social de transición, puesto que tiende a generarse al final de la trayectoria laboral.

Encarar la naturaleza propia de la vejez nos demanda hacer frente al tema de la jubilación y sus implicaciones, en el orden físico, mental y espiritual; prever la parte económica, desde el patrimonio familiar constituido; necesariamente, se requiere ampliar el campo de intereses para una nueva ocupación de actividades, frecuentar a los amigos y organizar distintas actividades culturales, salir de casa y sentarse a gozar del reposo sin sentir culpa por no proseguir en el hacer productivo.


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