Althusser: Sobre la evolución del jóven Marx

Publicado el 15 diciembre 2011 por Alfredo


Si se me pidiera que resumiera en unas pocas palabras la tesis esencial que he querido defender en mis ensayos filosóficos, diría: Marx fundó una ciencia nueva, la ciencia de la Historia. Añadiría: este descubrimiento científico es un acontecimiento teórico y político sin precedentes en la historia humana. Y especificaría: este acontecimiento es irreversible.
Un acontecimiento teórico. Antes de Marx, lo que se podría llamar “Continente-Historia” era ocupado por concepciones ideológicas derivadas de la esfera religiosa, moral o jurídico-política; en definitiva, por filosofías de la historia. Éstas afirmaban ofrecer una representación de lo que ocurre en las sociedades y en la historia. De hecho, sólo acertaban a enmascarar, dentro de conceptos equívocos y tergiversados, los mecanismos que realmente gobiernan las sociedades y la historia. Esta mistificación no era un accidente: estaba vinculada a su función.
Estas concepciones eran de hecho, sólo los destacamentos teóricos de ideologías prácticas (religión, moralidad, ideología jurídica, política, etc.) cuya función esencial es reproducir las relaciones de producción (= de explotación) en las sociedades de clases. Marx “abrió” el “Continente-Historia” rompiendo con esas concepciones ideológicas. Lo abrió: mediante los principios del materialismo histórico, por “El Capital” y sus otras obras. Lo abrió: porque, como Lenin dice, Marx sólo puso las “piedras angulares” de un inmenso dominio que sus sucesores continuaron explorando, y la vasta extensión del campo y de los nuevos problemas planteados exigen un incesante esfuerzo.
Un acontecimiento político. Porque el descubrimiento científico de Marx, desde su mismo inicio, ha sido, y es cada vez más, el objeto y el campo de batalla de una lucha de clases feroz e implacable. Cuando demostró que la historia humana es la historia de las sociedades de clases, por tanto de la explotación y la dominación de clase, y así finalmente de la lucha de clases, cuando demostró los mecanismos de explotación y de dominación capitalista, Marx chocó directamente con los intereses de las clases dominantes. Sus ideólogos se abalanzaron contra él, e incluso ahora están intensificando sus ataques. Pero las clases explotadas, y sobre todo los trabajadores, reconocieron “su” verdad en la teoría científica de Marx: la adoptaron y la hicieron un arma en su lucha de clase revolucionaria.
Este reconocimiento lleva un nombre en la historia: es la Unión (ó como Lenin dijo, la Fusión) del movimiento obrero y la teoría marxista. Este Encuentro, esta Unión, esta Fusión, no ha tenido nunca lugar espontáneamente o fácilmente. Porque el movimiento obrero, que existía mucho antes de la aparición y la difusión de la teoría marxista, estaba bajo la influencia de concepciones ideológicas pequeño-burguesas, como el socialismo utópico, el anarquismo, etc. Un enorme trabajo, y una muy larga lucha ideológica y política fue necesaria antes de que la Unión pudiera tener lugar y adquiriese una existencia histórica. Las mismas condiciones de su realización y existencia implican que esta Unión no puede ser una victoria de una vez para siempre. No existe aislada de la lucha de clases, y debe ser incesantemente defendida en el curso de una amarga lucha de clases contra las desviaciones y crisis que la amenazan: la evidencia es, ayer, la traición de la Segunda Internacional, y hoy la escisión del movimiento comunista internacional.
Un hecho es incontestable: que durante cien años toda la historia de la humanidad ha dependido de la Unión del movimiento obrero (y los pueblos oprimidos) y la teoría marxista (que hoy se ha convertido en teoría marxista-leninista). Sólo necesitamos volver un poco la vista atrás para ver que, en diferentes pero convergentes formas, esta realidad ahora domina completamente la escena de la historia mundial: la lucha del proletariado y de los pueblos oprimidos contra el imperialismo. Este hecho es irreversible.
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