Título original:
Alvin and the Chipmunks: The Road Chip
Año:
2015
Fecha de estreno:
22 de enero de 2016
Duración:
86 min
País:
Estados Unidos
Director:
Walt Becker
Reparto:
Animación
Distribuidora:
20th Century Fox
Cuando en 2007 se estrenó la primera película de Alvin y las Ardillas fue toda una novedad. Con el paso de los años se ha ido apostando por una animación digital que, combinada con las escenas de acción real, ampliaba la variedad de temas que aún quedaban por tratar en el cine y que en este caso, con la premisa de retratar la vida de unas ardillas cantantes, creó una historia bastante original y aceptada por la opinión general.
Pero esta saga ha acabado sucumbiendo a la crisis de creatividad que está viviendo la industria cinematográfica norteamericana desde los últimos años. Desde ese 2007, Alvin y las Ardillas tuvieron dos películas más hasta este año, en el que se estrena Alvin y las Ardillas: Fiesta sobre ruedas. Una crisis de creatividad que sólo ve la salida en la explotación de un tema que tuvo éxito en su momento y pretende repetir la misma fórmula para tener el mismo resultado.
Esta cuarta entrega, dirigida por Walt Becker, pretende incorporar entre canción y canción, las típicas locuras del género del roadtrip. Las ardillas tendrán una nueva travesura; impedir que Dave (Jason Lee) se comprometa con su nueva novia por miedo a que estos sean abandonados por ser como son. Y además para impedir que Miles, el hijo de la novia, se convierta en su hermanastro y su peor pesadilla. Unas locuras que provocarán varios altercados en su viaje desde Los Angeles hasta Miami, conociendo también al villano de esta entrega que seguirá a las ardillas por cada uno de los estados con el fin de acabar con ellas.
Una fórmula que funcionó en su día y que, aunque ya de manera torpe y predecible, también funcionará esta vez por una simple razón: es una película destinada a tener un fin meramente comercial. Las películas infantiles tienen esa cualidad y las grandes productoras lo saben. Los niños no suelen ir solos al cine por lo que se paga siempre un extra por cada adulto que les acompaña para que ellos puedan disfrutar de estos simpáticos pero chirriantes roedores. Es por eso que la recaudación tiende a subir de manera frenética durante varias semanas.
Pero a pesar de todo esto, se podría apostar por una película de animación hecha con cabeza y, de cierta forma, con corazón. Aprovechar la posición privilegiada que tiene la animación para ayudar a transmitir unos valores muy necesarios en la sociedad a las futuras generaciones, capaz de ser lo suficientemente inteligente para divertir a la misma vez que transmiten un mensaje útil para el público infantil. Alvin y las Ardillas: Fiesta sobre ruedas lo intenta pero el problema es que cuando piensas acerca de la película, su mensaje primordial queda completamente eclipsado entre tanto autotune y bailes coreografiados.
3/10