Este es el sexto año que en casa participamos en una iniciativa que se desarrolla en Facebook llamada Tarro-Libros. Consiste en meter un euro por cada libro que leemos (dos si tiene más de 500 páginas) y, cuando termina el año, hacer recuento y, con el dinero que hay en el tarro, comprar nuevos libros. Fue en ese grupo donde descubrí este libro.
No conocía ni la novela ni el autor, pero la portada y el título me gustaron mucho. Cuando leí la opinión de la persona que lo había leído y recomendado, me lo apunté. Y el último día que las bibliotecas estaban abiertas lo vi en la estantería de novedades, así que me lo traje a casa. Hoy os voy a hablar de Ama, de José Ignacio Carnero.
Cuando comencé a leerlo me di cuenta de que ya había leído dos libros más de esta editorial, Caballo de Troya. El comensal, de Gabriela Ybarra, en 2016 y La hija del comunista, de Aroa Moreno Durán, este mismo mes de marzo. Y ambos me habían gustado muchísimo.
Ama es madre en euskera y también la tercera persona del presente del verbo amar. Y de eso precisamente habla este libro. Del amor que sentimos por nuestras madres, del amor que ellas sienten por sus hijos. De las relaciones. De los sentimientos.
El libro está escrito en primera persona por un treinteañero que vive en Barcelona, tras haber vivido en Madrid. Es abogado de un prestigioso bufete. Le va muy bien en la vida. Tiene éxito laboral y económico. Pero está solo. No tiene pareja ni hijos y está lejos de su familia.
Es hijo único y sus padres viven en Bilbao, su ciudad natal. Su madre está enferma, tiene cáncer, está ingresada en la planta de cuidados paliativos. Para retenerla a su lado, para detener el tiempo, para que no se marche tan rápido, decide escribir su historia en un libro y encargar un cuadro de una foto de ella a un amigo suyo pintor.
El libro está lleno de recuerdos, de anécdotas que, pieza a pieza, van componiendo el puzzle de la vida de su madre. Su infancia en una pequeña aldea del interior de Galicia. Su juventud en Bilbao, viviendo en la Margen Izquierda del Nervión y trabajando en la Margen Derecha, sirviendo en las mansiones de las familias de bien.
Viviendo en un barrio obrero, limpiando escaleras, dedicándose a su marido y a su hijo. Cocinando. Cuidándoles. Siempre pendiente de sus necesidades, su futuro, sus vidas, sus deseos. Olvidándose de ella. Queriéndolos sin quererse.
Es también un retrato del Bilbao de los años ochenta. El Bilbao gris, el de los Altos Hornos, el de las grandes chimeneas, el de la ría sucia, el de la heroína.
Al mismo tiempo que rememora la vida de su madre, el autor recuerda también la suya. Sus años de colegio, de instituto y de universidad. Su independencia al marcharse a vivir primero a Madrid y después a Barcelona.
Su vida. Tan distinta y tan alejada de la de sus padres. Unos padres, sobre todo su madre, que eran felices porque él había cumplido sus expectativas, había alcanzado los estudios, la cultura, el trabajo, el dinero, la posición que ellos no habían logrado tener.
¿Y él? ¿Había cumplido sus propias expectativas? ¿Era feliz con la vida que tenía? ¿Qué es la felicidad? ¿Qué nos hace felices? De esto y de mucho más trata este libro que en poco más de 200 páginas consigue llegarnos muy adentro.
A mí me ha arrancado más de una lágrima. Con un lenguaje sencillo, fluido, cercano y, al mismo tiempo sutil, elegante y lleno de belleza, nos habla de la enfermedad y de la muerte de los seres queridos, de los recuerdos y la memoria, de las relaciones familiares y del olvido que se desliza entre distintas generaciones.
El autor se siente en medio de las dos. No pertenece a la de sus padres. Pero tampoco encuentra sitio en la suya. Los viajes por todo el mundo, los restaurantes caros, las citas y el sexo a través de Tinder, el consumismo...
Ya no pertenece a Bilbao, pero tampoco a Barcelona. Se siente un extraño, un intruso, un impostor en todas partes. En Barcelona le llaman el vasco. Cuando vuelve a Bilbao es el catalán. ¿Quién es realmente? ¿Quién quiere ser? ¿Quién querrían sus padres que fuera?
Me he sentido muy identificada con el autor, con su relato autobiográfico. Somos de la misma quinta. Cuando tenía 25 años, me marché de Pamplona para vivir en Madrid. Y durante cinco años sentí el peso de la culpabilidad por abandonar a mi madre. Por querer vivir mi vida lejos de ella, de mi hogar, de mi tierra, de mi familia, de mi gente.
Más o menos a la mitad de la novela, cuando se narra la muerte de la madre, me pegué una llorera importante. Sin embargo, creo que el clímax de la historia llega demasiado pronto y, aunque me ha gustado, la segunda mitad de la historia se hace más lenta, más repetitiva, menos intensa.
Quitando este pequeño pero, me ha parecido una novela muy buena. He disfrutado muchísimo su lectura. Una historia intensa, emotiva, cotidiana, cercana, con la que es muy fácil sentirse identificado y coger mucho cariño a los personajes, especialmente a ama.
Si te interesa el libro puedes encontrarlo aquí.