Amadeu Boadella

Publicado el 26 enero 2011 por Cronicasbarbaras

Qué grande es Albert Boadella: expulsado artísticamente de Cataluña tras haber sido el primer y gran impulsor de su teatro contemporáneo, pero castigado porque ridiculiza los nacionalismos, acaba de estrenar en Madrid su última obra, Amadeu, que recuerda a otro odiado por los mismos que aborrecen al creador de Els Joglars y, además, director de los nuevos Teatros del Canal de la Comunidad madrileña, para bendición de la capital española y de Esperanza Aguirre.

Amadeu Vives, 1871-1932, fue seguramente el mayor músico catalán de la Historia, pero en 2005 los restos de este hombre que había fundado l’ Orfeó Catalá iban a ser arrojados a una fosa común en Cataluña para desvanecerlos de todo recuerdo.

Ese era el infamante final que buscaban los nacionalistas, los independentistas y sus aliados socialistas: fue catalanista, pero además compositor de zarzuela, la comedia musical popular española que para Plácido Domingo ahora, como para el fallecido Herbert Von Karajan, son gran arte.

Un estilo musical despreciado por su casticismo españolista, o peor, muchas veces madrileñista, y en el que destacaron además de Vives el vasco Pablo Sorozábal, 1897–1988 y el gallego Reveriano Soutullo, 1880-1932: las tres comunidades históricas cantándole a Madrid..

Es lógico que los nacionalistas odien a Sorozábal: era autor de La del manojo de Rosas. Soutullo, con Juan Vert, creó La leyenda del beso y La del Soto del Parral: tipismo, nobles, criados, gitanos, toreros, chulaponas…

No podía perdonársele a Amadeu Vives, barcelonés de Collbató, que escribiera Doña Francisquita, una de las cumbres de la zarzuela, madrileñismo extraído de Lope de Vega.

Albert Boadella, 67 años, homenajea a Vives con trama basada en sus zarzuelas, en su vida y su trabajo.

Resulta una de las grandes obras teatrales y musicales de este barcelonés, renovador del teatro, cuyos huesos esperan los nacionalistas y aliados arrojar a una fosa común para esfumar su recuerdo.

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SALAS sabe qué debemos amar y qué despreciar:

 
Y de mentes así cultivadas sale...