Amado amo, de Rosa Montero

Publicado el 21 septiembre 2011 por Goizeder Lamariano Martín

Título: Amado amo

Autora: Rosa Montero

Editorial: Plaza & Janés

Año de publicación: 1988

Páginas: 201

ISBN: 8401424038

Disfruté muchísimo en 2008 leyendo Historia del rey transparente y ahora, después de tres años, he vuelto a leer a Rosa Montero gracias a María. En julio del año pasado leí en su blog De todo un poco su reseña de Amado amo y me llamó muchísimo la atención y  lo apunté en mi lista de libros pendientes. Y ahora, un año y dos meses después, por fin lo he cogido de la biblioteca.

Sólo me ha durado dos tardes, es cortito, 200 páginas, y además es ameno, entretenido, divertido, duro, cruel, injusto. Vamos, como la vida misma. Porque precisamente de eso nos habla este libro, de la vida profesional y sentimental de César Miranda, un alto ejecutivo de una agencia de publicidad venido a menos. En su día fue un pintor famoso, respetado y con éxito. Pero lleva años sin poder pintar. Ya no tiene ideas, ni inspiración, ni ganas.

Y lo mismo le pasa en su trabajo. Las grandes marcas, los clientes, ya no se acuerdan de él. Ni sus jefes, ni sus compañeros. Por eso ya casi no va a la agencia. Prefiere pasarse el día durmiendo, viendo la tele y fumando. Tirado en el sofá y en la cama, vegetando. Y todo por culpa de Clara, que le abandonó, que no quiso tener hijos con él, que lo dejó solo, perdido, hundido. Pero también es culpa de Paula, su compañera de trabajo, con la que está pero no está. Vamos, que César no tiene nada claro, no sabe ni por dónde le da el aire. No sabe de dónde viene, dónde está ni a dónde quiere ir.

Por eso vive angustiado, obsesionado, con una paranoia constante que le hace padecer jaquecas e insomnio que intenta controlar con muchas pastillas, demasiadas. Y todo por culpa del trabajo. Porque César vive para trabajar, no trabaja para vivir. Lo sabe y no le gusta. Pero tampoco es capaz de hacer algo para cambiarlo. No sabe. O no quiere. No se atreve, y eso es lo que más le duele. No sabe salir de ese túnel negro en el que está metido, aunque sabe que dentro de ahoga, se asfixia y se muere. Poco a poco. Muy lentamente.

César también se ahoga en el asfixiante ambiente de trabajo de la agencia, que antes se llamaba Rumbo y ahora Golden Line desde que la compraron unos americanos que juegan con la vida de los trabajadores, que hacen y deshacen a su antojo, desde la distancia y en la sombra. Ellos deciden quién vale y quién no, quién es bueno y quién no. Quién es el líder y quién el fracasado, la basura, la escoria. A quién hay que admirar y a quién hay que ignorar, humillar y pisotear. Y todos, sin excepción, conocen estas reglas y juegan. Les guste o no. No les queda más remedio. Por eso critican, apuñalan por la espalda, cuchichean, murmuran, hacen la pelota, desprecian. Hacen cualquier cosa, todo lo que haga falta para ser uno de los elegidos. Para ascender, para tener una mejor plaza en el parking, un coche más bueno, un despacho más grande. Todos tienen jefes a los que temer, jefes que les hacen temblar, de miedo, de pánico, de vergüenza, de humillación. Pero también todos tienen subordinados, empleados a los que hacer lo mismo que les hacen sus jefes a ellos. No importa el dolor, el daño que se pueda causar. Lo que importa es el poder, no las consecuencias que pueda tener. Aunque sean mortales. A pesar de haber sido publicada en 1988, hace ya 23 años, esta novela sigue siendo actual, contemporánea. Una historia cercana, real que no sólo no ha envejecido sino que, por desgracia, sigue estando de plena actualidad. Porque todos conocemos a personas que han sufrido injusticias, presiones, humillaciones en el trabajo.

Personas que sufren, que no pueden dormir, que no pueden disfrutar de su familia, de sus amigos o de su tiempo libre por culpa del trabajo. Un trabajo que absorbe, que exige dedicación absoluta, que no deja vivir. Un trabajo que hay que conservar, cueste lo que cueste, aunque eso implique dejar de ser quienes somos y perder la dignidad, la personalidad, las ganas de vivir. Un trabajo en el que lo único que importa es llegar a ser un amado amo, aunque para conseguirlo haya que ganarse el odio de los que están debajo y traicionar a los que más queremos.