Ed. Anagrama 1989. Barcelona
Las contratapas de los libros mienten, eso bien lo sabemos. Para seducir al posible lector y ubicar al escritor en el proscenio de la gran literatura, etc. Pero hay casos de mentira incomprensible, como ocurre con la contratapa de esta novela.Dice: “Uno de ellos, Antonio, comete a los treinta años su primer acto de rebeldía… acude a una entrevista de trabajo… El otro, Krugger, jefe de personal…”La mentira es simple y a la vez espeluznante: no hay nadie llamado Antonio. El personaje que va a la entrevista de trabajo se llama Juan D.Krugger y Juan D., y las madres sin nombre de ambos, evocadas, son los únicos personajes.¿Quién es el tal Antonio?El autor de libro se llama Javier.¿Habrá leído el libro el que hizo la contratapa? Quién sabe.
AntonioEl supuesto significado de este nombre es “Hombre apuesto y fuerte”. Nada más alejado de los dos personajes de la novela.Sigue la incógnita. ¿Será tal vez el Antonio el amante de la mujer o el hombre que escribió la contratapa? ¿O alguien que pasó por allí en el preciso instante en que se disponía a escribir el nombre? ¿O será acaso el nombre del autor de la contratapa?También es posible que este haya sido el nombre original del personaje y en la galerada Javier Tomeo desesperó y decidió darle otro.En todo caso, Antonio es el personaje más emblemático de esta novela, pues su nombramiento absurdo y disparatado, gratuito, alumbra la trama.
Juan D. y KruggerLa novela trata de una entrevista laboral que mantienen estos dos personajes. Tras un delirante interrogatorio (el adjetivo delirante no es peregrino), Krugger descubre que esta es la primera vez que Juan D. busca trabajo, pues vive con su madre posesiva que le prohibió toda la vida alejar del perímetro del departamento de alquiler que comparten. Juan D. está completamente ahogado. Quiere salir de casa, a los 30 años. No sabe hacer nada. Solo leer y escuchar música. Pero teme hablar de sus gustos artísticos porque supone que un banco no es para intelectuales. Krugger, sin embargo, lo descubre. Entonces Juan D. le dice: “la música le pone los pelos de punta y… me parece políticamente sospechosa, porque sugiere mundos utópicos y nos induce a la molicie” (!).El narrador es Juan D. Aunque sería más preciso decir: el narrador habla desde los prejuicios y la frustración de Juan D. Nunca hizo amigos, lo sacaron de la escuela de niño y fue educado por la madre; está harta de su madre, la odia, la ama, su mundo es ella porque esta terrible mujer se encargó de que sea así cada minuto de la existencia del hijo. Krugger es huérfano desde muy joven, adoraba a su madre, la extraña a horrores, ese anhelo de madre es el pozo en el que malvive; por tanto, toma partido por la madre de Juan D. y lo somete a un interrogatorio detallado sobre los últimos días de su vida para descubrir qué es lo que quiere exactamente fuera de una casa donde tiene todo lo que un hombre necesita.La trama es por momentos muy divertida, hilarante, y por otros, más que nada por la monotonía de la voz que narra (no puede ser de otra manera por el punto de vista que se escogió), se vuelve facilonga, es decir deviene en situaciones predecibles, innecesarias. Por ende, es una novela irregular. Sin embargo, tras su aparente arbitrariedad, hay otras lecturas, intertextualidad, una propuesta de humor bastante novedosa, reflexiones sobre España, los lazos familiares, la imposibilidad de comunicarse, etc.Aquí una lectura más detallada de libro: http://cvc.cervantes.es/obref/aih/pdf/11/aih_11_5_033.pdfHay también una adaptación teatral que se hizo célebre, y por la trama y la estructura, amén de que lo narrado es muy interesante, aunque carezca de un realismo lógico, pedestre, debe ser mejor que la novela.Quizá Antonio, el personaje que está sin estar, como el Convidado de Piedra, sea la sugerencia del autor de la contratapa al novelista: a tu libro le falta algo para que sea más firme, le falta un Antonio, parece decirle.En fin, de misterios está lleno el mundo.Por mientras, somos felices con lo que nos toca.Amado monstruo, por ejemplo.
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