Amar para volver de la guerra – Crítica de “Cartas de la guerra” (2016)

Publicado el 20 junio 2017 por Manuzapata @vivazapatanet

Mi amor, mi gacela, mi nomeolvides, mi estrella, mi amante, mi Vía Láctea, mi hija, mi madre, mi esposa, mi eterna adolescencia, mi país, mi isla, mi puerta al mar, mi Anna Karenina, mi lámpara de Aladino, mi mujer. La enumeración se prolonga hasta las ciento cuatro imágenes en las que el médico castrense ve reflejada la figura de su mujer. Tres minutos y medio de pasión en la distancia. Ella en la cama de matrimonio a medio ocupar del piso de Lisboa, él ahogado en sudor por el calor tropical de la noche africana. Música in crescendo, latidos que se aceleran, palpitaciones, suspiros, aliento entrecortado. El recuerdo de los versos escritos por el militar muta en poesía recitada por su nostálgica lectora. La distancia se difumina. Nueve mil kilómetros que se evaporan en un encadenado. Dos anhelos se respiran como si compartieran lecho, como si la guerra no se hubiese interpuesto.

El facultativo y soldado responde al nombre de Antonio, alter ego de Lobo Antunes, que en Cartas de la guerra relató epistolarmente su experiencia en el conflicto de liberación colonial de Angola, librado a principios de los 70, de una manera tan cruda como lírica. El literato luso no dejó de saetear a su esposa con palabras que reflejan continuos cambios en un estado de ánimo más y más quebradizo.

Esa maravillosa secuencia anteriormente descrita muestra la singularidad del acercamiento que texto y película realizan a la temática bélica. Buscando una válvula de escape a los horrores inherentes a cualquier enfrentamiento armado, esgrime el amor como medicina para no enloquecer y lograr, gracias a ese trébol de cuatro hojas, el salvoconducto para regresar a casa sano y salvo.

Las arriesgadas elecciones narrativas de Ivo Ferreira podrían haber malogrado el resultado final, sin embargo la osadía del lisboeta ha engrandecido una obra intensa y hermosa en imágenes y palabras. El blanco y negro de la fotografía acompañado por la contrastada iluminación, el juego de luces y sombras a ratos expresionista, la composición de los planos, las caras, los gestos, las siluetas recortadas iluminadas por el fulgor de los relámpagos en medio de una tormenta nocturna; todo como recién salido del objetivo del impactante Sebastiao Salgado. Y en el momento en que la cámara se mueve, suave y elegante en lentas panorámicas o desde las alturas de un helicóptero, el Platoon de Oliver Stone.

Este escrupulosamente cuidado aspecto visual, de una belleza epatante, de nada serviría sin una narrativa coherente y rítmica, jugando fuerte, manteniendo la voz en off durante gran parte del metraje a riesgo de resultar pesada y redundante, como en el Casino de Scorsese, y ganando la apuesta de forma brillante. El toque de distinción, la manera en que las palabras de Lobo Antunes tocan nuestra alma, llega a través de un recurso tan sencillo como efectivo: no es el autor quien relata sus misivas sino la voz de su destinataria, protagonista pasiva, que se estremece al saber que su marido le amará hasta el final de los tiempos.

Copyright del artículo © Manu Zapata Flamarique. Reservados todos los derechos.

Copyright imágenes  ©  Foley Walkers Studio, O Som e a Fúria. Cortesía de Golem Distribución. Reservados todos los derechos.

Cartas de la guerra

Dirección: Ivo Ferreira

Guión: Ivo Ferreira y Edgar Medina, a partir de la novela homónima de Antonio Lobo Antunes

Intérpretes: Miguel Nunes, Margarida Vila-Nova, Ricardo Pereira

Fotografía: Joao Ribeiro

Montaje: Sandro Aguilar

Duración: 105 min.

Portugal, 2016

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