Los medios tiempos se agarran con fuerza a Si las calles pudieran hablar con una historia de caída desde lo más alto, y que nos recuerda con más fuerza a anteriores composiciones del grupo; que se torna en otra demostración de fuerza en Esperando un resplandor que muy podría ser uno de los próximos singles del álbum, pues estamos ante una canción donde se unen y fusionan muy bien las guitarras de Juan y la voz de Eva. Una fuerza que se torna en íntima y tortuosa en la brillante Robin Hood, donde la letra de la canción nos devuelve a los territorios de los personajes perdidos, que en esta ocasión, están perfectamente adornados por una guitarra acústica que nos susurra las derrotas al oído de una forma directa. Con Riazor, un tema escrito por Juan, regresamos a esa fuerza donde las cuerdas de las guitarras buscan la contundencia de las causas perdidas y que muy bien podría servir de estandarte a este cd, y que nos lleva a Montaña rusa donde la cacofonía distorsionada de Eva resurge entre los sonidos de ese folk rock americano que tanto gusta a Amaral, pero al que ellos dotan de su propia paleta de sonidos.
Olvido es sin duda la mejor canción del disco, donde los toques de guitarra nos retrotraen hasta el gran Roy Orbison y no nos sueltan hasta el final, con una letra que sobrecoge y te agarra el hilo de los sentimientos más profundamente trágicos: Las letras, los títulos de las canciones/ El paso cambiado de las estaciones/ Me acerco al espejo, me miro y sonrío/ Mi propio reflejo cayó en el olvido, convirtiendo su transcurso en una suerte de reflejos repletos de imágenes inolvidables, “lejos del olvido”… Reflejos que se transforman en una desbandada de ilusiones rotas por el paso del tiempo en Cuando suba la marea: “ahora sé que nunca he sido tu princesa/ Que no es azul la sangre de mis venas”, que juegan muy bien en ese medio tiempo al que parecen aferrarse con fuerza Amaral en esa búsqueda de nuevos espacios donde habitar, en los que nunca les faltarán esa dosis de melancolía que también nos proporcionan en esta canción.
El último tramo de este disco comienza con Como un martillo en la pared, donde parte de la crítica cree ver ramalazos del movimiento 15M, pues justo cuando grababan el disco en los estudios O Gato Negro de Madrid, se produjo la erupción de dicho movimiento en la sociedad española. Pero lo que de verdad aquí cuenta es ese amplísimo eco de unas guitarras que se muestran como exploradores que buscan un espacio abierto tras la espesura del bosque. Si bien esa búsqueda se detiene con los dos últimos temas del disco, Hoy es el principio del final y Van como locos que se comportan como la transición de los aullidos del cambio a los que asistimos en este nuevo trabajo de Amaral, titulado Hacia lo salvaje.
Reseña de Ángel Silvelo Gabriel.