La instantánea que ilustra nuestra entrada de hoy, prensa amarilla en estado puro, nos ilustra con una competencia feroz para alcanzar el título de princesa del pueblo, que poseía Belén Esteban por derecho propio, gracias a Andreíta y las aves de corral. Ahora, lo que ha cambiado la vida, la célebre concejal socialista de Los Yébenes, arrebata el trono a la madrileña, tras alcanzar la fama enviando un video pornográfico a su amante; antes las princesas dormían prolongados sueños, de los que eran despertadas por el ósculo puro y casto de un varón enternecedor; ahora se proporcionan placer ante la cámara con más pena que gloria, o arrastran el calentón puro y duro por encima de los automóviles, para vender sus miserias en programas de televisión culturales. En fin, la culpa, como tantas otras veces, es de quienes consumen -o consumimos- en mayor o menor medida, este tipo de subproducto de la información, curiosidad malsana, morbo en estado puro, todo ello con banda sonora original de la Pantoja, pinchada por Paquirrín. Una delicia.