Amarillo

Por Siempreenmedio @Siempreblog

- ¿Abuelo, qué vas a hacer con el cuchillo cuando te mueras?

El viejo pasaba la hoja una y otra vez por la piedra mojada. Y el agua corría por la atarjea abajo, suspirando un murmullo plateado que se rompía una y otra vez contra el muro de cemento. El polvo de la tarde reflejaba en los plantones, filtrado por los alambres y los flecos de badanas caídas al suelo. Amarillo, todo era amarillo y del barranco subía un intenso olor a hinojo y se oía el lamento de un cernícalo hambriento. Los lagartos miraban hacia el cielo entre las piedras, atemorizados pero sin necesidad de asomar ni un milímetro más su cabeza al calor seco del camino, y al peligro del carroñero.

Foto: Maricarmen Díaz Quijada

- ¿Eh, abuelo? ¿qué harás con él?

El sombrero dejaba caer una sombra escuálida sobre los ojos del anciano. La cara se desarmaba en arrugas y marcas, y en la boca, escondida como los lagartos, debajo del bigote canoso y amarillento, había una mueca de desagrado y concentración. Pasó el camión de las piñas, justito entre las dos paredes de piedra viva, y se levantó un ruido monstruoso.

- Nada –dijo-, nada. Cuando yo me muera, el cuchillo se muere conmigo.

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