Amberes (Antwerpen para los amigos) con su más de un millón de habitantes es la segunda ciudad más poblada de la pequeña Bélgica después de Bruselas, situada al Oeste de la región de Flandes, es cuna del pintor Rubens, orgullosa de ser la ciudad donde se editaron los primeros mapas en imprenta, y un importante centro neurálgico de la moda y los diamantes, además su puerto, es uno de los más importantes de Europa, todo ello, la convierte en una ciudad con vitalidad, pero a su vez es acogedora y relajada.
Nos adentramos en las entrañas de la ciudad pasando por la zona comercial de Meir y Wilde Zee, al final del gran bulevar atestado de tiendas de moda y antiguas galerías comerciales barrocas nos encontramos un edificio que desentona con la arquitectura de su ancha avenida peatonal, es la torre Boerentoren, el primer rascacielos de Europa (1932) de clara inspiración art decó, aquí justo es el límite para entrar en el casco histórico de Amberes.
La mano del gigante
Torre Boerentoren
Estatua de Brabo arrojando la mano (Que no es demasiado gigante)
Cruzando una puerta nos topamos con el pasaje Vlaeykensgang, antiguamente daba cabida al gremio de los zapateros
Lo que me llamó poderosamente la atención es que a tan sólo una calle justo detrás de su colorido Ayuntamiento lleno de banderas internacionales, el paisaje urbano cambia casi radicalmente, el centro histórico da paso a unas calles que no guardan una coherencia estética para estar tan unidas a su centro medieval, nos encontramos con sobrios edificios modernos de ladrillo rojo y metal.
Para rematar, nos encontramos con el T´Steen, un viejo mini-castillo del S.XIII, que no tiene nada en particular, y que rompe la horrible estética de la zona, incluso leyendo en la guía local de la ciudad, parecen disculparse por esta zona, que está en fase de remodelación y que promete ser un lugar de dispersión muy bonito.
Enviar por correo electrónicoEscribe un blogCompartir con TwitterCompartir con Facebook