¿Qué puede esperarse en América Latina el próximo año en materia económica? Desde Celag analizamos las principales variables para un año complejo
Sin un modelo propio, Latinoamérica ha acompañado los giros mundiales sin pestañear demasiado. La región, disciplinadamente ha seguido las tendencias gravitacionales globales que marcaron su inserción internacional, con el modelo agroexportador primero, que terminó entre la Primera Guerra Mundial y la Gran Depresión. A posteriori, algunos países, en especial México, Brasil y Argentina, tomaron la iniciativa adoptando el modelo sustitutivo de importaciones que se extendió hasta fines de los ‘70, cuando Thatcher y Reagan asumieron la sala de comandos, derrumbaron el Muro, impugnaron las alternativas e iniciaron, sin contención, el estilo anglosajón de globalización.
La maduración de este modelo parió una diáspora de crisis internacionales, México, Corea, Tailandia, Rusia, Ecuador, EE. UU. (dot com), Argentina, EE. UU. (2002), Planeta Tierra (2008) que germinaron impulsos insurgentes en algunos países latinoamericanos, luego bautizados como la “década ganada”. El gráfico 1 permite comprobar la relación inversa que existe entre el disciplinamiento y el crecimiento económico latinoamericano. En el período sustitutivo de importaciones, la región sostuvo crecimientos altos, entre 5% y 6% anual, mayores a los de los países desarrollados. Luego, la globalización disciplinó los registros de crecimiento de los ‘80 reduciéndolos a la mitad que los países avanzados, mientras que la indisciplina de la década ganada permitió duplicarlos.
La insatisfacción con los resultados del modelo globalizador fue trasladándose paulatinamente desde la periferia usufructuada hasta el centro usufructuador, llevando a que en la actualidad seamos testigos de la declinación de la globalización, amenazada de muerte gracias -nuevamente- la iniciativa anglosajona. Con Trump a la cabeza, se decretó el fin de un estilo de globalización y se desencadenó otro sistema que está en disputa, más proteccionista y nacionalista, cuya historia está en pleno desarrollo. Desconocemos cuál será la deriva que atravesará la región en este contexto. Incluso los dos adalides del modelo neoliberal en la región, Colombia y Chile, también experimentaron los límites del modelo cuando la insatisfacción popular acumulada se rebeló en las calles y dio lugar a cambios de gobierno de corte popular. Al igual que Perú. Lo que sí sabemos es que mayores grados de indisciplina permitirán mejores desarrollos.
Las tendencias
El modelo de globalización aún vigente está cambiando rápidamente, no solo recalculando, sino reconfigurando el GPS. Se abre un escenario de oportunidades y riesgos para América Latina, que esbozaremos a continuación.
Disputas geopolíticas globales
La madre de las disputas globales enfrenta a una potencia emergente con aspiraciones, China y su área asiática de influencia, con una potencia en declive, EE. UU. y su área de influencia occidental. Las hostilidades no comenzaron con el aumento de las capacidades productivas chinas, sino cuando comenzó a desarrollar el brazo financiero, disputando directamente con el core del interés norteamericano. La multipolaridad puede representar para América Latina una oportunidad para aumentar sus grados de libertad geopolítica y financiera. De todos modos, el dominio anglosajón, si bien está siendo disputado, dista de haber sido destronado, por lo que no será raro que los gobiernos latinoamericanos con frecuencia desistan de aprovechar al máximo las ventajas de la multipolaridad y adhieran incondicionalmente al mandato norteamericano.
Economía centralmente planificada
Sí. La moraleja de esta historia es que, aunque las economías centralmente planificadas fueron el monstruo comunista que justificó la Guerra Fría por su desafío a la libertad de los mercados durante la postguerra, el triunfo del modelo capitalista ha conducido precisamente a … una economía de planificación centralizada. Es un cambio insonoro provocado por la concentración del ingreso y del capital en manos de los gigantes internacionales de las finanzas, que toman el grueso de las decisiones de inversión globales. Estas corporaciones participan en casi o todas las multinacionales del planeta y definen la división internacional de la producción, de la innovación y de la inversión; y su misión siempre es apoyar a gobiernos de perfil market friendly y hostigar a los contrarios. Con pocas dudas, podemos afirmar que las participaciones horizontales de estos gigantes financieros, es decir, la posesión de acciones en empresas que participan en los mismos mercados, ha generado un mundo libre de presiones competitivas y libre para subir precios. En este entorno, las apuestas a favor de mayores grados de insumisión de parte de los países latinoamericanos pueden tener menores apoyos que las sumisas. En otras palabras, tendrán más acceso al financiamiento internacional, aunque en contrapartida se podrán apropiar menos de sus rentas.
Las decisiones de inversión estarán condicionadas por las políticas de cosecha de rentas que definan los gigantes financieros. No debe menospreciarse el dilema que enfrentan las naciones subordinadas: ser market friendly y sacrificar una parte significativa de sus rentas primarias en favor de las multinacionales extranjeras, o no serlo y enfrentar las consecuencias de un posible lockout por parte de las mismas. El ejemplo de Bolivia y su política de nacionalizaciones demuestra que es posible salir airoso del dilema.
Inflación y política de los bancos centrales
Quizás el segmento donde las políticas latinoamericanas se muestran más subordinadas al centro es en la política de tasas de interés. La banca central de toda la región acompañó la deriva de tasas de interés en ascenso con la que la banca central anglosajona y europea está dirimiendo la inflación. Esta es una de las principales razones por las que el desempeño macroeconómico de la región en 2023 no ha despegado, a pesar de contar con un favorable escenario de precios internacionales.
La inflación global sigue fuera de los márgenes deseables, aunque se haya desacelerado. El restablecimiento de las cadenas globales de suministros ha contribuido a la desaceleración de los precios, pero el efecto ha sido compensando por el incremento de márgenes, como veremos más abajo. En este sentido, la política monetaria restrictiva tiene poca efectividad, porque el problema no radica en el exceso de demanda de las familias, sino en la codicia de las corporaciones, que es alentada con los tipos de interés altos que elevan el costo de oportunidad de sus inversiones en activos reales (exigiéndoles mayores márgenes). Las señales que brindan los banqueros centrales apuntan a que el ciclo de alzas ha llegado -o está llegando- a su límite; sin embargo, esto no significa que retrocederán los tipos de interés, sino que el escenario es que se mantengan en los niveles actuales, cercanos al 5% anual.
Commodities
Si bien los precios de los commodities están en retroceso en 2023 y se espera que continúen esa desaceleración a lo largo de 2024 y 2025, cabe notar que permanecerían aproximadamente un 30% por encima de los registros de 2019. En definitiva, los precios siguen altos, aunque moderándose y bajando. Una excepción son los precios de la energía, que subirían en 2024 tras la corrección cercana al 20% de 2023, aunque sigue en un marco de precios elevados.
El avance de las tecnologías de la electromovilidad está generando nueva riqueza patrimonial en los países propietarios de yacimientos de cobre y litio.
Márgenes
Otro de los grandes desafíos en Latinoamérica es el crecimiento de la participación del capital en la distribución del ingreso global. El Reporte sobre Comercio y Desarrollo elaborado por la UNCTAD destaca el crecimiento de la participación del ingreso del capital, pero distingue que no se trata de todo el capital, sino que el crecimiento se explica por la parte que les toca a las grandes trasnacionales. En particular, las 2.000 mayores multinacionales han aumentado su participación en el ingreso en 4 puntos porcentuales. Naturalmente, esta evolución explica el crecimiento de los márgenes de las grandes empresas y es la contrapartida de la disminución en el ingreso de los trabajadores y de las capacidades financieras de los estados. En efecto, la globalización neoliberal ha reducido el espacio fiscal de los Estados-Nación, entre ellos los latinoamericanos, porque el grueso de la tributación sobre el capital se vio mermada como consecuencia de la competencia fiscal desleal. Lo anterior alude a la capacidad del capital para trasladarse sin obstáculos a las jurisdicciones fiscalmente más benévolas y la competencia entre las jurisdicciones para capturar inversiones de capital. Así, la combinación entre disminución de la capacidad recaudatoria sobre el capital y la disminución de la participación del trabajo en la distribución de la renta, afectan por partida doble la capacidad de los estados para obtener ingresos y llevar adelante políticas activas o distributivas.
La pérdida de participación de los trabajadores no solo tiene que ver con la concentración del capital y el poder de mercado de las empresas. También se relaciona con las nuevas tecnologías sustitutivas del trabajo. La aparición de la IA implica un nuevo avance de estas capacidades de la tecnología, esta vez, dirigidas a sustituir trabajadores más capacitados. Si la IA tendrá más impactos positivos -gracias a su aporte a la productividad- que negativos -debido a la sustitución de trabajadores cualificados y no cualificados- es un interrogante de difícil respuesta. En cambio, es fácil anticipar que los efectos no serán lineales porque la tecnología se adopta con mucha más rapidez con la que los trabajadores se adaptan a ella. Otra consecuencia previsible de la rápida expansión de la tecnología del aprendizaje automático es que su penetración en todas las ramas de actividad irá generando grandes empresas o negocios, que tomarán la forma de unicornios o empresas exponenciales que disminuirán las bases tributarias de los países donde no se desarrollen estas tecnologías y empresas. El crecimiento de estas grandes empresas tecnológicas, explotadoras de la renta de datos globales, irá en desmedro de la capacidad tributaria de los Estados.
Tributos
La combinación de las mayores incertidumbres en el mundo del trabajo, la mayor insatisfacción social generada por la incapacidad de los estados para mejorar las condiciones de vida de las mayorías, junto a la concentración del ingreso sin precedentes que seguirá en aumento gracias a las nuevas tecnologías, es un combo que representa riesgos para las democracias regionales.
En primer lugar, el chivo expiatorio podrían ser los propios estados, considerados como incapaces de brindar soluciones sociales e ineficientes en su funcionamiento, percibidos como una carga innecesaria cuyo sostén lastra las sociedades. En este marco, los estados enfrentan una disyuntiva: disminuirse a un tamaño mínimo, lo que agravará los problemas subyacentes, o aumentar su eficacia, por ejemplo, mejorando sus capacidades (lo que implica aumentar su recaudación tributaria). Es de esperar que, por un lado, observemos el desarme del modelo globalizador que genera competencia fiscal a favor de uno más proteccionista -al menos desde el plano fiscal- y que permita a los Estados gravar el capital. Por otro lado, observaremos más inventiva fiscal, ya sea aspirando a aumentar la contribución tributaria de las multinacionales como creando nuevas bases tributarias (por ejemplo, la explotación del BigData, que son una creación colectiva que se apropian en forma exclusiva las empresas tecnológicas). Los datos masivos, indispensables para las empresas tecnológicas -especialmente aquellas que desarrollan IA- son equivalentes a los campos petroleros que justifican el cobro de regalías.
El futuro inmediato
Las proyecciones de las instituciones internacionales indican que la economía global tendrá crecimientos del PIB real en torno al 2,6% anual promedio en 2023 y 2024, una desaceleración de 0,5% respecto a los niveles de 2022 y prepandémicos. Las economías asiáticas avanzarían a ritmos próximos al 5% anual, seguidas por las del África subsahariana con registros en torno al 4%, que serían las más dinámicas del globo. Las economías desarrolladas tendrían registros más modestos de crecimiento, menores al 1,5% (siendo los registros de EE. UU. ligeramente mayores a los europeos).
Para Latinoamérica y el Caribe se espera que en 2023 y 2024 alcancen crecimientos del 1,9%, superiores al modesto ritmo del 1,1% anual prepandémico, apoyado por los buenos precios internacionales. El rango de predicciones para 2023 va desde un mínimo de 1,5% (BM) hasta el máximo de 2,3% que predice el FMI. En 2024 el rango de proyecciones de crecimiento para la región se ubica entre el 1,5% de CEPAL y el 2,3% del FMI. El FMI prevé que el crecimiento económico de 2024 se mantendrá sin variaciones respecto a 2023, mientras que UNCTAD, OPEP y CEPAL esperan una ligera desaceleración y, por el contrario, el BM proyecta una leve mejoría que continuaría en 2025. El promedio de proyecciones apunta a que el ritmo de avance se mantendrá sin cambios en 2024.
Para el próximo lustro, las expectativas proyectadas por el FMI y la OPEP -las únicas instituciones que publican estas proyecciones- muestran una leve mejoría que permitiría superar el crecimiento anual del 2%.
Argentina
Las proyecciones promedio disponibles para Argentina señalan que la contracción de 2023 rondará el 2,3% promedio y un ligero crecimiento de apenas 0,7% en 2024. De todos modos, existen diferencias significativas en las estimaciones. El FMI proyecta para 2023 para Argentina una contracción de -2,5% seguida por una recuperación de 2,8% en 2024. El BM proyecta la misma caída en 2023 con una recuperación más moderada, del 1,2% en 2024. Por su parte, la CEPAL y UNCTAD proyectan una caída del -3% y -2,4% respectivamente en 2023, que continuará con caídas del -1,6% y -0,6% en 2024. Estas proyecciones, incluso las de CEPAL y UNCTAD, parecen muy optimistas frente al escenario profundamente contractivo que anticipa el ajuste que promete el nuevo Gobierno.
El desplome del gasto e inversión pública tendrá para 2024 su contrapartida de crowding-in1, es decir, arrastrará el nivel de actividad del sector privado y es difícil esperar que el empuje de las exportaciones y la lluvia de inversiones financieras que se prevé a raíz de la caída del consumo interno y la liberalización comercial y financiera sea capaz de revertir el desplome del conjunto de la economía. Sería más prudente esperar que, en el mejor de los casos, se repita la caída experimentada en 2023.
Bolivia
Para Bolivia las proyecciones promedio de 2023 indican un crecimiento del 2,2% seguidas por una ligera desaceleración hasta el 2,0% en 2024. En general, no se observan cambios significativos en las proyecciones del FMI y CEPAL, sin embargo, el Banco Mundial prevé una desaceleración de 0,5% para 2024, que podría ser fruto de la inestabilidad política que atraviesa el oficialismo en este país.
De todos modos, el resultado final dependerá de la rapidez con la que el Gobierno consiga poner en valor las inversiones que viene realizando para sustituir el declive en la productividad de los pozos gasíferos. En particular, la fabricación de urea, zinc y la producción de litio y la participación en varios eslabones de la cadena productiva de baterías, tienen capacidad para mejorar los ingresos de divisas.
Brasil
Las proyecciones para Brasil muestran que en 2023 se alcanzaría un crecimiento de 2,5% anual, que se desacelerará hasta el 1,7% en 2024. En esta desaceleración de 2024 coinciden las proyecciones del FMI, CEPAL y UNCTAD mientras que, por el contrario, el BM proyecta una aceleración del crecimiento en 2024; sin embargo, su punto de partida es una previsión de crecimiento para 2023 que es menos de la mitad que la estimada por el resto de instituciones.
Chile
El PIB chileno concluirá 2023 con una caída de casi medio punto, pero tendría una fuerte expansión, superior al 4% en 2024 de acuerdo al promedio de proyecciones. Todas las instituciones son consistentes con esta evolución, aunque destaca el BM por estimar un crecimiento robusto cercano al 6% en 2024 mientras que, por el contrario, CEPAL propone un registro de crecimiento equivalente a la mitad que este registro.
Colombia
Las estimaciones disponibles de las 3 instituciones internacionales son coincidentes en sus proyecciones tanto para 2023, que promedian 1,4%, como para 2024, cuando promedian una aceleración hasta el 2%. Colombia parece estar superando las restricciones a su crecimiento generadas por la política de tasas de interés de la política monetaria elevadas que ha dirigido el Banco de la República.
Ecuador
Las proyecciones indican que Ecuador concluiría 2023 con un crecimiento del 2,1%, que se aceleraría hasta el 2,4% en 2024. El FMI sostiene las proyecciones más modestas, de 1,4% y 1,8% para 2023 y 2024, respectivamente; es probable que se deba a su conocimiento interno como principal acreedor del país.
México
La proyección promedio para México apunta a que 2023 concluirá con un crecimiento del 3% seguido por una desaceleración hasta el 2% en 2024. Todas las instituciones apuntan en el mismo sentido, es decir, una ralentización el crecimiento que fluctuaría en el rango de 1,1 y 0,6 puntos porcentuales para 2024.
Panamá
Las proyecciones sobre Panamá indican, en promedio, que logrará un crecimiento alto en 2023 y 2024, con registros de 5,6% y 4,7% respectivamente. El Banco Mundial sostiene la predicción más optimista para 2024, señalando que mantendrá el crecimiento cercano al 6%, mientras que CEPAL y el FMI pronostican una desaceleración de casi 1 punto porcentual en el primer caso y de 2 puntos en el segundo.
Paraguay
El pronóstico de crecimiento para 2023 de Paraguay alcanza el 4,5% que se reduciría ligeramente hasta el 4% en 2024. El BM tiene la proyección más optimista con un 4,8% y 4,3% para 2023 y 2024 respectivamente. Todas las instituciones coinciden en que habrá una ligera desaceleración en 2024; sin embargo, sostiene uno de los crecimientos más altos de la región.
Perú
El promedio de instituciones proyecta un crecimiento del 1,5% para 2003 seguido por una aceleración hasta el 2,6% en 2024. Las proyecciones coinciden con respecto a 2024, pero existe más de un punto porcentual de diferencia con respecto a 2023, donde el BM incluso pronostica un crecimiento superior al 2%.
Uruguay
Uruguay concluirá 2023 con un crecimiento modesto, de aproximadamente 1,4% de acuerdo al promedio de proyecciones que, sin embargo, se acelerará en 2024 hasta duplicarse con un 2,8%. Todas las proyecciones coinciden en predecir una aceleración del crecimiento que se ubicaría entre 2,6% y 3,2%.
Venezuela
Venezuela continúa el ritmo de crecimiento alto, tanto en 2023 como en 2024. Sin embargo, el FMI prevé que el crecimiento se acelerará en 2024, mientras que la CEPAL pronostica una ligera desaceleración. En promedio, las proyecciones se mantienen sin cambios con un crecimiento de 3,6%.