‘American History X’ – Odio

Publicado el 22 septiembre 2013 por Cinefagos

El cine es mucho más que Marvel y superhéroes, aunque a día de hoy parezca todo lo contrario. Hay películas que buscan algo más que entretenerte, que quieren enviar un mensaje o retratar un hecho real o una problemática social. Y de entre todas esas cintas adultas que no buscan la taquilla fácil del espectador adolescente se encuentran obras tan comentadas y polémicas como ‘American History X’, una de las cintas más duras e interesantes que puedes encontrar sobre un tema que jamás pasará de moda: el racismo.

Si ‘La Lista de Schindler’ o ‘El pianista’ nos han hablado largo y tendido del nazismo de la Segunda Guerra Mundial, no hay muchos ejemplos acerca de su desviación moderna, los cabezas rapadas, y el orgullo de ser blanco que ha surgido entre europeos y americanos en los últimos años. Más asociado con las bandas callejeras que con el idealismo político, estos grupos proclaman la superioridad de los blancos sobre los negros, a quienes profesan un odio absoluto y los culpan por ser responsables de todos sus males. Pocos se atreven a internarse en este mundo, y la película que tenemos ante nosotros es un ejemplo de cine duro, sin concesiones, que muestra una realidad que solemos dar de lado porque nos parece incómoda.

Danny Vinyard es a todas luces un chico malo. Con la cabeza como una bombilla y entregando un trabajo basado en el Mein Kampf de Adolf Hitler, es el prototipo del joven neonazi que sigue los pasos de su hermano mayor, Derek, que ahora mismo se encuentra en prisión por matar a dos negros que intentaron robarle el coche. Su profesor, en un alarde de preocupación, decide obligarle a analizar la figura de su hermano, en ver adónde le llevaron sus decisiones y por qué se comporta de esa manera, dándonos la oportunidad de hacer un repaso de las causas que generan el racismo en los barrios marginales y en la sociedad estadounidense actual.

Es una película dura, violenta, y que hace plantearte muchas cosas. El personaje de Edward Northon, que realiza aquí una de las mejores interpretaciones de su carrera, se transforma por completo en un grandullón musculado tras ver cómo a su padre lo asesinan en Compton, lo que le lleva a dirigir su odio hacia todos aquellos negros que, según él, vienen a su país de forma ilegal y lo único que traen es inseguridad a barrios que hasta hace poco eran seguros. Esto hace que los blancos se organicen en bandas para protegerse, de la misma forma que los negros lo han hecho para ayudarse en un entorno hostil, dando lugar a escenas como la de la cancha de baloncesto, en la que juegan al mostrarnos una victoria de los arios como un acontecimiento heroico, cuando no es más que un ejercicio de racismo y hombría un poco ridículos. Personajes como el de Ethan Suplee (gordísimo hermano de Me Llamo Earl) clavan su carácter repulsivo, pero Derek es el auténtico neonazi, el que no sólo tiene el aspecto de tener una esvástica en el pecho, sino que piensa y se comporta llevando hasta el límite su ideología.

Por eso cuando va a la cárcel, es cuando se resquebraja su mundo y se da cuenta de que la forma de vida que llevaba no es más que una fachada. En un universo tan cerrado como una prisión y donde en teoría los blancos y los negros tienen sus propias zonas, ve mucho intercambio entre unos y otros dándose cuenta de que todo sólo él es el auténtico guerrero blanco, y que los demás no son más que neonazis de baratillo. Eso hará que  se replantee todo lo que daba por sentado cuando descubre lo injusta que que fue la condena de un preso negro, que es el único con el que acaba entablando una amistad allí dentro, y que le lleva a ser violado en las duchas por aquellos miembros de un grupo al que él pertenecía.

Así, Derek tiene la oportunidad de cambiar y de darse cuenta de que el odio sólo significa más odio, y de que quienes pagan jamás son los líderes del movimiento. Ahí tenemos la figura de Cameron Alexander, el ideólogo que distribuye propaganda neonazi pero se sienta en la parte de atrás para que los jóvenes se metan en problemas, y todo esto recuerda mucho al documental de la BBC protagonizado por Louis Theroux, en el ve cómo estos cambian su actitud de repente sólo porque el periodista deja caer que tal vez (o no) sea judío, o el supuesto reputado político internacional, antiguo miembro del Ku Klux Klan, que no es más que un hombrecillo que viaja a México a la menor oportunidad. El problema es que por mucho que te des cuenta de lo errónea de tu vida puede que haya muchos otros que estén siguiendo tu camino. Es conmovedora la escena en la que arrancan todos los pósters e imágenes de la pared, para acabar quitando la bandera con la esvástica, creyendo que hay otra forma de seguir adelante. Sin embargo, por mucho que decidan cambiar su forma de pensar no se puede decir lo mismo de todos los que viven a su alrededor, y que es lo que lleva a la muerte de Danny en los baños del instituto por una disputa racial. Una muestra de que la solución al odio llega, pero en ocasiones, tal vez demasiado tarde.