El odio engendra odio y la vida es demasiado corta para vivir siempre cabreado. Desgraciadamente, no han pasado los años por los discursos y el mensaje de este retrato generacional, radiografía de la ira y sus consecuencias.
Después de 20 años de su estreno, la reflexión del fanatismo y el fascismo que irrumpió con un mensaje suficientemente fuerte como para calar en la sociedad, nos plantea la pregunta si de verdad ha sido tan contundente como se esperaba.
Valedora de su estatus de película de culto, Tony Kaye propone una visión frontal y explícita del asunto, profundizando en la violencia y el poder, manteniéndose lejos de una lectura compleja que hable de su arraigo histórico. El puñetazo antes que el improperio, acompañado de una narración demoledoramente efectista. El racismo como expresión de la ira. La redención y su alto precio.
La película se sostiene en el pilar básico de Edward Norton (Joaquin Phoenix desechó primero el papel por considerarlo demasiado duro) y su impactante personaje, un neonazi que pasa de ver el mundo en blanco y negro a hacerlo a todo color. Merecidísima nominación al Oscar.
"¿Haces algo para mejorar tu vida?"