Serie del Año, al menos en lo que a mí respecta. Esa es lo primero que me viene a la cabeza cuando toca hablar de
American Horror Story, el último producto surgido de la estrecha colaboración entre
Ryan Murphy y
Brad Falchuk, el dúo que ya fue responsable en su día de la transgresora
Nip/Tuck, A Golpe de Bisturí (2003-2010). Ambos han concebido un producto totalmente innovador en el panorama televisivo de los últimos años -
ellos mismos lo definen como un thriller psicosexual-, una apuesta arriesgada que trata al mismo tiempo de entretener, transgredir, sorprender e incluso atemorizarnos un poco. Y lo han conseguido con una propuesta que por momentos ha rozado lo grotesco y lo subversivo, pero que te cautiva desde el primer episodio y no te abandona ni siquiera después de que hayan desfilado ante tus ojos los créditos finales del decimosegundo y último capítulo que cierra esta primera temporada con la que he disfrutado como un enano con la familia Harmon y su experiencia en "
la casa del crimen".
La serie de culto del año nos cuenta la historia de
Ben (
Dylan McDermott) y
Vivien Harmon (
Connie Britton), una pareja de
Boston que después de sufrir en su matrimonio un par de contundentes mazazos -
ella sufre un aborto traumático y él le es infiel tras esta desgracia con una de sus alumnas...- se mudan a una mansión en las afueras de Los Angeles con la intención de empezar de cero y salvar así su relación. Les acompaña su hija
Violet (
Taissa Farmiga), una atormentada adolescente situada en el ojo del huracán provocado por las diferencias entre sus progenitores. Pronto conocerán a su vecina, la inquietante
Constance Langdon (
una inmensa Jessica Lange), una mujer que parece conocer a la perfección los extraños sucesos que han tenido lugar desde hace años en la mansión recién adquirida por los Harmon. Los dos hijos de
Constance,
Adelaide (
Jamie Brewer) y
Tate (
Evan Peters), empezarán a convertirse en asiduos visitantes de la mansión, hasta el punto de que
Tate Langdon se erigirá en un personaje clave para el devenir de esta primera temporada, con un carisma y una personalidad psicopática realmente arrolladora e hipnótica que cuenta a su favor con la fascinación que provoca lo prohibido.
Vivien, Ben, Constance, Larry, Violet, Tate y Frances en sus dos versiones...
Moira O'Hara se establece como el ama de llaves de la mansión, constituyendo un personaje que también tiene mucho que contar sobre la historia de la "casa del crimen". Curioso personaje, pues la criada aparece como una mujer de avanzada edad (
Frances Conroy), aunque
Ben la mira con otros ojos y ve en ella a una ardiente y provocadora asistenta (
una guapísima Alexandra Breckenridge). El extraño
Larry Harvey (
Denis O'Hare) también se convertirá en una presencia asidua de la casa, así como
Hayden (
Kate Mara), la esquizofrénica alumna amante de
Ben Harmon; o antiguos propietarios como
Chad (
intervención especial de la mano de Zachary Quinto),
Nora (
Lily Rabe) y
Charles Montgomery (
Matt Ross).
Aunque el argumento de
American Horror Story gira en torno a la historia de la familia Harmon y sus interacciones con la extraña mansión a la que se mudan, a lo largo de la temporada hemos asistido a cómo dicho argumento bebía de una infinidad de fuentes que le han convertido en un pastiche único construido a base de elementos de diversa índole: un generoso número de asesinatos y situaciones escabrosas varias; sangre, vísceras y gore en cantidades no habituales en la pequeña pantalla; fantasmas, espectros y otras apariciones del más alla; grandes dosis de erotismo y sensualidad e incluso pinceladas de sadomasoquismo -
Rubber Man!-; ciertos escarceos con el thriller policíaco y el drama familiar; numerosas referencias a la cultura popular del terror y las leyendas urbanas norteamericanas; y, en definitiva, situaciones y planteamientos perturbadores que, aunque nos pese, apenas tienen cabida hoy por hoy en el cine o la televisión actual. Todo ello hace que la serie resulte entretenida, descarada y atrevida, aunque no todo son virtudes y es cierto que algunos flecos del guión quedan sueltos o torpemente hilvanados, y que incluso su desenlace se me ha antojado ciertamente precipitado y algo forzado. Si hubieran seguido con el tono transgresor que han enarbolado durante toda la temporada y hubieran concebido un final apoteósico, estaríamos ante una de las grandes temporadas de debut en lo que a series se refiere de la historia. Ahora nos queda esperar a la segunda temporada para descubrir qué nos tienen preparado el dúo Murphy/Flalchuk, del que podemos esperar cualquier cosa, al igual que ocurre con
American Horror Story, ya que cuando parece que nada más puede pasar, ocurre. Y vaya si ocurre...