Construcción
Fue diseñado por el afamado constructor estadounidense William Francis Gibbs de la firma Gibbs & Cox, construido para la compañía United States Lines y patrocinado por la primera dama estadounidense, Eleanor Roosevelt. Su construcción fue a base de bronce y aluminio. Navío de modernas líneas y casi-gemelo del SS United States, no resultó sin embargo tan veloz como este último, faltándole más de 10 nudos para homologarlo. Dotado de 2 turbinas de vapor, las cuales desarrollaban una potencia de 34 mil caballos de potencia y una velocidad máxima de 24,5 nudos. Poseía 220,8 metros de eslora, 28,7 metros de manga, un desplazamiento de 35.440 toneladas, con una capacidad de 1.046 pasajeros y una tripulación de 643 hombres. Fue bautizado por Eleanor Roosevelt el 31 de agosto de 1939, ante 30.000 espectadores. Sin embargo, debido a la Segunda Guerra Mundial, el viaje inaugural fue pospuesto.
Segunda Guerra Mundial
Reconvertido debido a la Segunda Guerra Mundial, fue militarizado y rebautizado como USS Westpoint en 1941. Tenía espacio para transportar 8.000 soldados. El 15 de junio de 1941 tocó el océano en su nueva etapa, de 1941 a 1945 realizó unos 60 viajes de traslados, contabilizándose 483.000 soldados evacuados y 350.000 millas recorridas.Al terminar la guerra, el buque fue devuelto a sus propietarios.
Posguerra
Después de la guerra, fue restaurado y restituido con su lujo original. El 14 de diciembre de 1946, realizó su verdadero viaje inaugural, el recorrido se llevó a cabo entre: Nueva York-Cobh-El Havre y Southampton. De 1946 a 1964, el buque cruzó el Océano Atlántico varias veces, hasta que los aviones comerciales fueron desplazando gradualmente a los cruceros, finalmente en 1964 fue retirado del servicio.La naviera griega Chandris Lines, lo adquirió en octubre de 1964 y lo rebautizó como S.S. Australis. Fue modernizado, ampliado y puesto en servicio para transportar emigrantes y turistas. En esta nueva etapa, tenía una capacidad de 2.300 pasajeros. Realizó su primer viaje en 1965 y transportó un total de 300.000 pasajeros. Fue sucesivamente vendido y rebautizado como SS Italis y SS Alferdoss donde fue dejada de lado su mantenimiento por espacio de 16 años, lapso en que sus máquinas se tornaron inservibles.
En 1993, en el puerto griego de El Pireo, el barco estaba fuera de servicio por el mal estado de sus máquinas y sus reparaciones resultaban onerosas respecto del valor del navío. En 1993 fue comprado por un armador tailandés por 2 millones de dólares para reconvertirlo en hotel flotante de lujo en Bangkok, para ello fue nuevamente rebautizado como American Star. Para su traslado fue tomado a remolque por un remolcador oceánico ruso.
Después de partirse en dos, por los embates marinos, la mitad de popa se hundió definitivamente en el océano. La otra mitad, la de proa permaneció en la playa reconocible, y se la conocía como un barco fantasma.
En 2007 se destruyó definitivamente la proa, desapareciendo definitivamente.
La explotación organizada
“En seis meses estaba liquidado”, asegura Ibrahim Quintana. “Al principio de todo, con la mar buena, llegó a haber más de cien personas sacando cosas del barco”. Todavía hoy en numerosos domicilios de Pájara, Toto y otros lugares de Fuerteventura se utilizan sus camas, roperos, cómodas, sillas, mesas, calderos y hasta moquetas. El espectáculo fue digno de ver: algunos arrojaban los muebles por la borda para que sus familiares los recogieran en el agua o ya en la playa. “Alguna pelea hubo”. A diferencia de los profesionales, “los domingueros tenían sus trabajos y sólo podían ir los fines de semana; uno de Toto se ahogó”.
Varios vecinos de Antigua y Puerto del Rosario formaron el equipo de trabajo que cosechó mayores éxitos y ganancias entre los muchos que abordaron el American Star en la primavera de 1994. Ibrahim Quintana estaba en el paro, y desde que lo llevaron a ver el barco no pudo pensar en otra cosa. Durante meses, se levantó a las siete de la mañana para irse hasta la playa de Garcey y trabajar en el barco. No regresaba hasta las diez de la noche. En un par de ocasiones estuvo a punto de perder la vida. “Para mí no había ni mujer ni nada; casi me separo”, bromea. Quintana fue el más concienzudo y el más previsor; con los frutos del naufragio decoró el negocio del que hoy vive en Puerto del Rosario. Y todavía conserva otros tesoros.
Habían ideado una ingeniosa máquina que facilitó enormemente el trabajo. El equipo elevó en la playa una torre metálica y tendió un cable desde su ápice hasta la borda del American Star. Una roldana corría a lo largo del cable, accionada gracias a la fuerza motriz de un Toyota 1000 tracción trasera, a una de cuyas yantas se había soldado otra polea. Gracias a este teleférico salieron del transatlántico toneladas de material: “metías primera y el gancho iba hacia el barco; metías marcha atrás y venía hacia la playa. Primero subíamos nosotros; luego retirábamos la silla y empezábamos a desmontar cosas y a bajarlas”, recuerda Tino Armas. En su tarea empleaban las herramientas de los mismos talleres del barco. “Muchas aventuras hubo allí”, exclama Tino con nostalgia.