Americanos somos todos

Publicado el 27 agosto 2019 por Santamambisa1

Por Osvaldo Pupo Gutiérrez

¡Somos americanos!, pero habrá que limpiar el nombre de América; impuesto, primero, a los indígenas; convertido, después, en símbolo del colonialismo y luego despojado de toda ética y diplomacia para que en nombre de las libertades del hombre y de la democracia las garras feroces de Estados Unidos desgajen el mundo a su antojo

Una maestra de educación primaria, en plena faena docente, explicaba con esmero a sus alumnos de cuarto grado: «Somos americanos porque pertenecemos al continente de América». La idea al inicio me resultó confusa, pero al interiorizar, comprendí que somos víctimas de una política colonizadora basada en el irrespeto y la injerencia: el hegemonismo estadounidense.

Esa misma práctica, la cual nos ha dejado sin gentilicio como habitantes de América, resultó para convertir a muchos en desmemoriados y casi arrancar de raíz la historia progresista de nuestra región. Porque «americanos» en cualquier parte del orbe son los radicados en Estados Unidos y los defensores de una antaña doctrina, aplicada por Monroe en 1823, que pretende convertir a nuestros países en su patio trasero, en su zona de influencia.

Cuando el águila imperial se empeña en hacernos olvidar nuestras luchas pasadas persigue la premisa de la subyugación política, económica y cultural de los nacidos desde el río Bravo hasta la Patagonia.

Lo que nunca podrán negar los «americanos del norte» es nuestra independencia cultural, lo suficientemente sólida para desestimar la banalidad vendida como arte libre. Desde el Popol Vuh precolombino hasta el Macondo de García Márquez se percibe una rica esencia con una simbiosis entre arraigo popular y belleza estética.

Las hazañas de Bolívar no pueden obviarse ni morir, urge desencadenar la fuerza de la izquierda para hacer resurgir la Patria Grande de nuestros próceres. Inyectarle nuevos bríos a los mecanismos de integración, que tanto trigo han dado y demostrado la posibilidad de la unidad dentro de la diversidad en una región azotada por la pobreza, el hambre, los conflictos armados, la droga y el subdesarrollo.

Y sí, coincido con la educadora, ¡somos americanos!, pero habrá que limpiar el nombre de América; impuesto, primero, a los indígenas; convertido, después, en símbolo del colonialismo y luego despojado de toda ética y diplomacia para que en nombre de las libertades del hombre y de la democracia las garras feroces de Estados Unidos desgajen el mundo a su antojo.

Que las recientes «trumpadas» del imperialismo yanqui no cieguen nuestros empeños. Aunque se exalte el mito de «America first» muchos sabremos luchar, llevando en la frente, como escudo, una excelente fórmula martiana: «Andar en cuadro apretado como la plata en las raíces de los Andes».