Todos los días me escapaba para poder jugar con ellas.
Yo las adoraba. Tan grandes. Tan estilizadas. Con ese pelo tan brillante…
No me importaba qué pasara en casa porque yo iba a ir con ellas sí o sí.
Barro, oscuridad, suciedad, soledad…
Yo no quería eso y acabé a caballo entre la calle y esa oscuridad.
Ellas eran la escapatoria a la vida que me tocó.
Ellas todavía adolescentes, yo gestando vida en mi interior. Se me acabó la niñez.
Y cuando nazca… No sé lo que pasará.
Me lo quitarán… O lo matarán. Aquí son así las cosas.
Yo, mientras, quiero seguir jugando con ellas.
Son mis amigas y, si a mí nadie me hace nada, ellas seguirán ahí.